lunes, 28 de marzo de 2011

Esperando EL llamado...

Madre:
Tu hermano nos quiere dar una noticia, ¿vos sabés algo?

Capitana:
No tengo idea.

Madre:
¿Qué será: mudanza, embarazo, qué?

Capitana:
No tengo idea.

Madre:
Espero que venga pronto, ¿qué será?

Capitana:
No tengo idea.


Todavía no sé nada, me encantaría que mi cuñada esté embarazada pero esa bella noticia despertaría a un monstruo. De convertirme en tía, sonaría mi teléfono sin parar. Ring ring ring. Adivinen quién es... ¿Ya adivinaron? La conversación sería más o menos esta:


Abuela Kico:
Paolina, ¿por qué le hacés esto a la abuela?

Capitana:
Hola abuela.

Abuela Kico:
¿Por qué hacés esto?

Capitana:
¿Qué hice ahora?

Abuela Kico:
¿Por qué tu hermano, que es más chico que vos, va a tener un hijo y vos no? ¿Qué esperás?

Capitana:
Tener ganas de abandonar mi vida para ocuparme 24x7 de otra persona, querer limpiar vómitos, olvidarme de lo que era una charla adulta, conseguir quién me lo cuide....

Abuela Kico:
(Interrumpiendo)
Me quedan pocos años, y a vos también. No te hagas la pendeja.



Dios, que llame pronto mi hermano para contarme que se ganó la lotería, que asaltó un Banco, que cambió el auto o que ganó el pozo acumulado del Gran DT. Temo por mi salud mental.

jueves, 17 de marzo de 2011

La crisis: a un día de los 31

Se acaban de ir mis amigas y no me puedo dormir. Estoy inquieta. No es el alcohol, decidí no tomar cuando de todo el menú del delivery elegí el sandwich con más calorías, rebalsado de queso cheddar, panceta y salsa barbacoa. Compensar le dicen... no sentirse tan culpable, le digo yo. Pero qué rico estaba. Tampoco fumé, ni tomé café ni consumí ninguna sustancia que altere el sueño. De hecho, estoy cansada y no paro de bostezar, aún así, no logro conciliar el sueño.

Repaso una y otra vez la conversación y me pregunto: ¿en qué momento dejamos de hablar de hombres, de tamaños, de salidas, de lugares espectaculares donde divertirse para pasar a recomendarnos mercados económicos para hacer la compra mensual de mercadería? Lo pienso y me da un odio tremendo: ¿qué tratamiento puede mejorar mi celulitis?; ¿Cuántos kilos querés bajar, yo creo que con bajar 10 estoy bien, y vos?; Fui a comprar un kilo de zapallitos, estaba diez pesos, me enojé con la verdulera por el aumento desmedido y no compré nada; Llego a casa tan cansada que no me dan ni ganas de curtirme a mi novio. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Odio crecer. Quiero romper todo.

¿Ya les dije que me pegaron peor estos 31 que voy a cumplir que los 30 del año pasado?

jueves, 10 de marzo de 2011

A mal sueño... ¡mala cara!

Me despierto angustiada y sé perfectamente cuál es el motivo: una pesadilla asquerosa. Un viejo dicho asegura que contar los malos sueños en ayunas, sin desayuno previo, hace que se cumplan pero no me importa, ya no puedo aguantar mi furia asesina. El responsable del mal momento se mueve al lado mio, en el otro extremo de la cama. Tiene que pagar por lo que me hizo, pero claro, aún no lo sabe.

Alguien tiene que informarle que en mi sueño se comía a un bicho canasto y que en mi propia cara, interactuaba con ella y acordaban un punto de encuentro para más tarde, cuando yo ya no esté. Y que cuando le reclamaba por su falta de respeto, se daba el siguiente diálogo:


Muchacho:
¿Qué tiene de malo mi amor, si se la cogen todos?

Capitana:
.....

Muchacho:
No sabía que te podía molestar, me la voy a coger menos y listo.



¿Ustedes se preguntarán qué culpa tiene el pobre tipo que se despierta para ir a trabajar como todos los días y se tiene que fumar a una novia desenfrenada sólo porque tuvo una pesadilla no? Lo siento, lo hubiera pensado antes de comerse al bicho, ahora estoy enojada.

¿Qué me miran como si estuviera loca, nunca les pasó despertarse de un mal sueño y quedarse todo el día prendido de una imagen como si fuese real?