Muchacho... ¡decí alpiste!

Tenía dos alternativas para postear hoy pero no tengo las fotos que las acompañarían a mano, quedaron en mi computadora, en mi casa. Se preguntarán ¿dónde estoy?

¿Todos saben lo difícil que es mantener el límite de invasión cuando uno de los dos integrantes de la pareja viven solos no? Bueno, estoy precisamente haciendo eso, rompienso ese límite e invadiendo la casa de muchacho en cuestión un poco cada día. Por ahora, sólo con mi presencia y mi camisón, pero en breve le descargo en la puerta un flete con ropa y que se la banque.

Antes de que me lluevan una catarata de retos, debo aclarar que es él quién me invita (no me mando sola como una loca tampoco) aunque la mayor parte de las veces se da solo movidos por el deseo de dormir juntos.

Yo creo que esto es serio... hasta dejé mi cepillo de dientes y eso que tengo una teoría durísima sobre el tema que en breve y si les interesa, desarrollaré, a ver qué opinan.

Así que como diría la Chiqui Legrand, no me llamen a casa... no voy a estar.

Y ahora los dejo, me voy a los chinos a comprar algo para cocinar que en un rato vuelve del trabajo con más hambre que el Chavo del 8. Pertenecer tiene sus privilegios... y también este tipo de cosas. La vida de Cenicienta me llama... adiós.



Para los que no la conocen, ésta es la publicidad que mencionan algunos comentaristas...