martes, 8 de julio de 2008

Una de Woody Allen

Me aconsejaron que extienda el post sobre el club (o que le diera más claridad) pero decidí dejarlo como estaba. Tenía otra cosa en mente. Quería ir recordando de a poco las historias que pasé durante tantos años allí adentro. Las buenas, las malas y esas extrañas que aún con el tiempo no logro dilucidar.

Por eso acá va la primera de ellas.

Antes que nada, necesito ambientar la escena. Debería ubicarlos en un invierno frío y oscuro de un año que no vale la pena especificar. Una tarde de un día gris, triste y apagado. Tendría que contarles que al protagonista de la historia no lo cruzaba hacía años pero que un evento en concreto lo devolvió a la escena, otra vez. Lo reconocí al instante, estaba igual que siempre, la misma sonrisa e idéntica mirada cómplice. Al verlo, volvió el tiempo atrás.

Enero de 1995. Me faltaban dos meses para cumplir quince años y aunque no era ninguna nena tonta no tenía la menor idea de cómo era estar con un hombre más allá de unos besos apasionados. Él acusaba 22, acumulaba experiencia, tenía una larga cola de caballo negra, atendía el kiosquito de la zona y para colmo, iba a la cancha a con mi papá todos los domingos. Yo por esos tiempos, moría de amor por él y en el club todos lo sabían. Aunque nunca fui fanática de las golosinas, iba a su local diez veces por día con cualquier excusa, todo servía para verlo: un caramelo, un chicle Bazooka o un Torpedo de frutilla. Hasta ese momento lo consideraba un amor platónico porque nunca creí que uno de los “chicos grandes” del club se iba a fijar en mí. Estaba equivocada, muy pronto descubriría lo contrario. Mis amigas, que eran más optimistas, idearon un plan para que él confesara sus sentimientos y yo gane seguridad: a mis espaldas consiguieron un grabador, lo metieron adentro de una riñonera y fueron a comprar chocolates. Ahí mismo y de la nada, le preguntaron qué le parecía y el dijo: “Es muy linda Pao”. Listo, todo cocinado. Dos días después, él vendría a hablarme, quedaríamos en encontrarnos al día siguiente en la esquina de Crámer y Lomas de Zamora y viviríamos una tarde de besos y abrazos en la Plaza de la Madre, en el corazón de Don Bosco (a diez cuadras del club). Los dos días que siguieron, se repitió la escena hasta que sus vacaciones a Mar del Plata con sus amigos pusieron paños fríos a la “relación”. A su vuelta mi miedo a que quisiera ir más allá me paralizó y me bajé antes de tiempo. La diferencia de edad estaba muy marcada y aunque había mucha química, lo mejor era dejar todo como estaba. “Quizás más adelante se puede dar”, coincidimos. Pero ya no volví al kiosco, mejor evitarse.

En ese mismo instante recordé que mi vida sin él continuó como la de cualquier adolescente: me enamoraba todos los días y por suerte, casi siempre era correspondida. No fue difícil olvidarlo aunque lo veía a diario sentado en la vereda del club, en el buffet comiendo papas grasosas de un cono de cartón o jugando a la pelota con mis amigos y los suyos. Nada de otro mundo, buen recuerdo y saludos de cortesía durante años. Ahora, mientras lo veía conversar animado entre la multitud, tuve otro recuerdo que perturbó mi mente.

Marzo de 2000. Segundo año de periodismo. Primer día de clases. Uno de los profesores anuncia que no va a poder asistir todas las horas pautadas pero que no nos preocupemos, un joven ayudante ocuparía su lugar en su ausencia: “Se los presentó”, dijo y entró él, mi amor adolescente. Creí que el soplo que me acompaña desde mi nacimiento haría colapsar mi corazón. Ya no sentía nada por él pero era muy rara la situación. Un poco incómodo que de un momento a otro corrigiera mis textos, calificara mis trabajos y se pusiera al frente de la clase. Para colmo de males, no tuve mejor idea que confesarles a mis compañeros de curso que conocía al nuevo “profe” de otro lado. Un papelón, suerte que no suelo ponerme colorada pero habré tartamudeado más que nunca en esas épocas, como cada vez que un chico me gusta de verdad. Un horror… Al poco tiempo yo me pondría de novia con un compañero y él haría lo propio con una chica de otro turno. Yo me separaría al año y él formaría una familia con ella. Otra vez, la situación no fue la ideal y todo se limitó a miradas. Sin decirnos una palabra entendimos que ésta vez tampoco era el momento y dejamos de vernos por años. Por suerte, me aprobó la materia con una excelente nota…

Después de tantos mini viajes al pasado en tan sólo quince minutos, opté por abandonar el lugar. Estaba extasiada de tanta nostalgia, era un día horrible que amenazaba con empeorar aún más y quería correr a mi bunker, donde estaría a salvo de cruzarlo otra vez de lleno. La tercera en esta corta vida. No quería que esas miradas se convirtieran en un saludo obligado pero cuando quise reaccionar, era demasiado tarde, ya estábamos uno frente al otro.

Una tarde de invierno. Ya no es el chico de pelo largo con el que me besé a los catorce años ni el joven universitario que me corregía los textos pero no perdió la magia. Tenía el pelo corto y ya pintaba algunas canas que lo hacían más interesante aún. Saludo efusivo después de tanto tiempo y charla obligada. “¿En qué andas, te casaste?”, me pregunta mirándome a los ojos. “Nada más alejado que eso. Estoy sola y colecciono separaciones”, le contesto queriendo parecer graciosa y agrego: “¿Y vos, seguís casado con la misma chica?”. “Lo estamos definiendo, hace mucho que no estamos bien”. Golpe al corazón. Intercambio de correos, largas charlas y mucha contención mutua. No nos vimos ni una sola vez, ésta vez tampoco era el momento pero ambos estábamos a la espera de algo que quizás nunca sucedería, o sí, jamás se sabe. El tiempo volvió a poner paños fríos pero esta vez no quisimos cerrar la puerta, preferimos dejarla entornada. "Quién sabe", dijimos…

Y aquí estoy hoy, recordando esa tarde de invierno y todo el resto de la historia (algo que hace mucho no hacía) sin poder entender demasiado como una persona se me pudo haber escurrido entre los dedos tres veces. ¿Tan perdedora no puedo ser?

Sólo tengo una certeza y es la siguiente: si tuviera que elegir una imagen para darle un cierre o tal vez para ilustrar a ésta persona, sin dudas elijo una que vivimos juntos hace trece años. Ese martes 31 de enero de 1995 (busqué mi diario íntimo de la época y todo) en el que nos despedimos en una esquina cercana al club deseando que la tarde no se termine, que su viaje se suspenda y que esos besos se perpetúen por siempre.


25 comentarios:

Anónimo dijo...

Tres historias que no fueron con la misma persona?? jajaja vos sí que sos la reina de las perdedoras (con onda lo digo) Hacés bien en querer estar sola entonces!

Gilda dijo...

Son todas buenas historias, historias adolecentes y de adultas que somos. Como dice mi mamá, no tenía que ser. Alguien en el post anterior creo que te dijo que el amor se busca no llega. Y no creo que sea tan así, por lo menos cuando yo busqué a veces no encontré, cuando me buscaron a veces no me encontraron. Y cuantas otras te metes con una persona que no tiene idea de tu existencia. Buenas historias!, seguramente todas las llevarás en tu corazón por siempre hasta que aparezca ese hombre que te haga extremecer.
Besos.

Desquiciada dijo...

Me encantó!
Será que no todo está dicho?

Beso

Anónimo dijo...

TERRIBLE...

Conociendo un poco más de lleno esta historia, si fuera él me encantaría leerlo!

Buenísima amiga, que ganas de volver a los 14/15... qué sentimientos, cuántos amores!!!

Mucho beso,

Aye!

Anónimo dijo...

Jajajaja
Yo, como padre, te meto en un convento y no salís a hasta los 30 años!! ¿Vos 15 y él 22? ¡Corruptor de menores! ¡Pervertido!

Anónimo dijo...

"El soplo que me acompaña desde mi nacimiento haría colapsar mi corazón".

¡Qué declaración de amor!

Es muy dulce lo que escribís, tenés talento. Ese tipo es un ciego total! TE FELICITO!

Ana

José Ianniello dijo...

Querida capitana

"Todos tenemos 15 años en algun lugar del corazón"

Sirva esta frase hecha para confirmarle que mi amor por Luis Brandoni sigue siendo un hecho.

Hecho en Argentina. Y deshecho porque nuestras personalidades son incompatibles. Pero es eso precisamente lo que vuelve tan encantadora a esta historia de amor y desamor una fábula digna de Esopo.


Saludos Capitana, la abraza su Presidenta.

Anónimo dijo...

Usted no es una perdedora Capitana, se busca todos tipos complicados, esa es la veta!!
Cambié eso y será feliz.
Su gran admirador que la quiere y la respeta.

Anónimo dijo...

Gracias por pasar por mi blog, te enlazo asi te sigo leyendo. Besotes!!!
Flor

Xochitl dijo...

Capitana dicen que la tercera es la vencida.. como lo dejaste ir!!!!!!! jejeje ya volverá!!
COmo siempre muy buenos tus post.
Abrazo !!

LolaPapallona dijo...

Capitana, mire que pasar por mi espacio para solo dejarme un coment del chico este....


Sean Lamont se llama...


Estamos pensando en contratarlo para "aparcamiento de bicicletas"... ¿Se entiende?



Proximamente, mi bombon favorito...




Me gusta su blog, estamos en las leidas...

Anónimo dijo...

esto es don juan y su bella dama! quiero mas!!!
maru

Anónimo dijo...

¿Por qué me hizo acordar a la publicidad de Terma?

Falta el conejito con la sierra y estamos, capi!


Cheers,

Dramatic Coffee

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Mercadito de barrio dijo...

la "plaza de la madre" es la que parece un parque Lezama miniatura?

Me encantó lo de "colecciono separaciones"...yo soy coleccionista de la misma especie.

Paola Florio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paola Florio dijo...

A mi también me recordó a la publicidad de Terma mientras lo escribía pero juro que es verdad!!

Mercadito, la plaza que decís vos debe ser la del maestro, que queda a cuatro cuadras de la estación de Bernal. MI lugar en el mundo junto al club. Ya escribiré sobre esa plaza.

Gracias a todos por comentar!

Estoy con fiebre, me voy a la cama.
Dejaré la recorrida nocturna de los blog para mañana.

Besos!

Gilda dijo...

Capitana, te dejo un desafío en mi blog. Besos.

Gilda dijo...

Capitana espero que te mejores de la gripe. Cuidate mucho. Besos.

Gilda dijo...

Capitana, te deje algo en mi blog de Nachito y su parecido en la tele.
Besos!!!!!

Fulana dijo...

aii me quede atontada con la historia! parece de novela! que feo que son los desencuentros, los no estar a tiempo, las esperas, pero quien te dice, en algun momento puedan concretar eso que tienen pendiente! ojala que si!
beso nena!

Margot dijo...

capitana y mercadito, yo reformulo: soy una coleccionista de amores que nunca fueron. en separaciones ya cursé el terciario, pero de amores que nunca fueron, ya creo que tengo el "Master of the Universe". cuidese que la gripe es traicionera!

Paola Florio dijo...

Margot, en breve doy seminarios sobre separaciones. Si nombrás Capitana tenés un descuento importante...

Beso a todos y gracias por comentar

Anónimo dijo...

Que maricones son los tipos cuando quieren eh!!! Querría traerlo de los pelos y q vea lo que se pierde.
Un beso Capitana, este tampoco era para vos, seguí participando!

Ana