domingo, 16 de diciembre de 2007

No quiero que se termine...

Luego de dos jornadas agotadoras pero orgásmicas, finalizó nuestra maratón de recitales de la emoción. El viernes arrancó con Sabina- Serrat en la Bombonera y el sábado tuvo su broche de oro con Andrés en el Club Ciudad.

Sensaciones miles, lágrimas algunas y sobre todo mucho material para nicks y análisis que se irá desmembrando con el correr de los días. Por ahora, solo algunos comentarios y pedidos...

Me encantaría que este tipo de conciertos se hagan en lugares más chicos para poder disfrutarlos como corresponden, no a los saltos para poder ver al artista que te está emocionando y otra cosa, más que nada un acto de piedad a las parejitas que se besan sin parar, aflojen un poco. Sé que suena a resentida (yo también me he besado cuando iba a recitales en pareja) pero lo voy a revertir... hace mal al prójimo. Uno apenas puede con su alma de tanto recuerdo y emoción, para tener que bancarse que los de al lado te empujen con pasión desmedida... es un momento terrible!

Podría citar mil frases que calaron hondo durante estos días pero para los que dicen que mi blog es un tanto depresivo y creen que voy a desbarrancar de tristeza, les ofrezco una muy buena canción de Sabina que invita a disfrutar sin tanto rollo.

Que la disfruten!

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.

Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando,
ni ayer ni mañana

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.

Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de tí el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.

jueves, 13 de diciembre de 2007

De histerias y otras yerbas...

Viví toda mi vida creyendo que era una histérica.
Es más, aún hoy muchos me siguen señalando por esa conducta, aunque a diario me compruebe a mi misma que hay casos peores al mío.

Pero antes de seguir desarrollando el punto habría que definir la palabra histeria, aunque luego cada uno de nosotros le ponga la connotación que considere precisa. Cuando hablo de histeria, por lo menos en esta oportunidad, me refiero al típico “Sí pero no”; “Mirame pero no me toques”; “Vení a buscarme a tal lugar…. ah no, mejor me quedo con las chicas”; “Te doy un besito pero me tengo que ir ya”.

Por decirlo de alguna manera, sí al juego previo, no a materializar la situación.

Si miro para los costados, recuerdo que a todas mis amigas alguna vez les tocó recibir el fastidioso insulto: “Nena, sos una histérica” y me quedo más tranquila... no es un problema sólo mío. Pero en los últimos tiempos hay algo que me molesta cada vez más y es la histeria masculina (encubierta, obvio, que no se note).

Por supuesto que la raza masculina jamás se hará cargo de su nueva adquisición pero son cada vez más los muchachos que toman esta postura ante la vida y sobre todo ante las mujeres.

Es cierto, nosotras tenemos mucho que ver con que esto suceda. A saber:
- Vamos muchíiismo más al frente que antes y les allanamos el camino… Sí, lamentablemente, atrás quedó el romanticismo y la etapa de la conquista. Hoy es dos palabras y a los bifes!
- Hay cada vez más chicas dispuestas a dar sólo diversión de una noche, por lo que la oferta se hace mayor y el razonamiento de nuestros queridos amigos ahora es: “No me gasto mucho en ésta mina porque sino me da bola llamó a la otra que es cueva segura”.
- Y sobre todo, gracias a la irrupción de un grupito de adolescentes que ya no reclaman nada, no tienen demasiadas vueltas a la hora de acostarse con un joven (aquí no importa la edad del enamorado de turno) y se convierten en pizza en menos de lo que canta un gallo. Es cierto, contra ellas no podemos competir aunque hayamos estudiado, leído, viajado por el mundo entero, crecido con otras relaciones. Aquí no hay cultura ni experiencia que valgan. Las nenas aprendieron la lección, no quieren perder el tiempo como sus hermanas mayores que aún están tejiendo escarpines para el hijo que tendrán con el príncipe azul que las rescatará en un corcel blanco y salen a buscar acción.

Muy bien, si nosotras supimos hacernos cargo durante años de la clasificación “todas las mujeres son histéricas” me pregunto si no llegó el momento en que los hombres también lo hagan. Odio (y me parecen infantiles y absurdas) las peleas entre feminismo- machismo, no es eso en lo que quiero convertir este posteo. Sólo quiero expresar mi repudio a este comportamiento en voz alta y dejar abierta la incógnita: ¿Tanto les quemamos la cabeza para que hoy haya que padecer tanta histeria masculina”

Si es no, digan no.
Si es sí, pueden comenzar a hacerse cargo.

Chicos… los llamo a la reflexión!

lunes, 10 de diciembre de 2007

Quiero soñar mil veces las mismas cosas...

Cuando se despertó, abrió los ojos y miró a su lado. La cama estaba vacía y todo había sido un sueño. Un sueño hermoso, recurrente, pero un sueño al fin, parte de la fantasía que el inconsciente se esmera en atesorar y sacar a relucir por las noches… o cuando le pinta.

Intentó volver a soñar con lo mismo para repetir la escena. Se acurrucó abrazada a la almohada y apretó los ojos con una sola idea en mente, completar la historia y hacer realidad sus deseos, pero resultó imposible.

Memoria selectiva la llaman algunos…