jueves, 29 de noviembre de 2007

Cinco veces cinco… ¡El viejo truco del anillo!

En tan sólo cinco minutos un niño de cinco años me regaló un anillo. Ustedes se preguntarán ¿Y qué tiene eso de novedoso?... Yo les avisé que cualquier detalle es bueno para analizar (sobre todo ahora que el terapeuta insistió en darme el alta) y además no es algo menor si repaso mis últimos años de vida en pareja, sobre todo los últimos cinco.

El anillo en si mismo no es nada de otro mundo si no tuviera el valor afectivo y la connotación psicológica que yo le puse. Es de plástico verde y el niño en cuestión (que es mi ahijado y festejaba su cumpleaños en un pelotero) lo sacó de la piñata, vino corriendo y me lo regaló a mí como se lo pudo haber regalado a cualquiera. De hecho, minutos después vi con un dejo de decepción como le regalaba uno amarillo a mi abuela Kico. Pero no me quiero ir por las ramas, él aún es muy pequeño para entender la mente femenina y no comprendería mi entusiasmo extra y mi tristeza por descubrir que tan sólo era una más en su vida…

Muy bien, decía que el anillo de plástico verde, que en este preciso momento ocupa un lugar de lujo en mi dedo meñique izquierdo, me hizo replantear muchas cosas. ¿Tan simple era todo? ¿Con una espada de los Power Rangers podía conseguir la felicidad de alguien y la gratitud de brindarme un anillo? Entiendo que la espada estaba buenísima, tenía un botón que al activarlo daba comienzo a un show de luces musicales y según las palabras del nene, gracias a ella tenía el poder y el don para matar a los malos… Pero hubieran avisado que la cosa pasaba por ahí.

Durante los últimos cinco años gasté tanta plata en regalos para la persona que amaba y a la que encima le brindé mi corazón por completo, que podría haberme hecho acreedora de la fábrica entera de espadas de los Power. Ojo, no me arrepiento, todos los regalos los compré con ganas y por supuesto, los volvería a comprar con todo gusto, pero a veces pienso si no debería reclamar una indemnización por tantas lágrimas, tantas horas invertidas, tantas ilusiones que quedaron en el camino, no sé me lo suelo replantear. Sobre todo cuando aparece un amigo y te cuenta que después de cinco meses (aquí tampoco el cinco es un invento, juro que es casualidad) de estar de novio con una chica que siquiera conoce, le regaló un anillo de compromiso y ya buscan fecha para casarse. Y Cuando encima también, miras las manos de varios de tus amigos varones y te contestan con su mejor cara: “Para mi es lo mismo, para ella era importante, se lo regalé y no me hincha más por un buen tiempo”.

Ahora vuelvo a analizar y razono… ¿Era así la cosa?
Quizás me hizo un favor al no regalarme un anillo. Después de todo, yo me compré uno en Plaza Francia por cinco pesos que me queda divino y ocupa con dignidad ese bendito lugar en la mano y además, mi querido ahijado me regalo uno verde que me aporta toda la onda.

En fin… ya no sé si quiero aquel anillo que tanto me desveló!

viernes, 23 de noviembre de 2007

Ahora Joaquín habla por mi...

Día raro por favor!
Difícil, oscuro, triste y para colmo, no elegí la mejor ópción para levantar mi ánimo pero el gran poeta por lo menos me representa con sus letras. Creo que así no me siento tan sola, por el mundo debe haber gente escuchándolo y pensando lo mismo que yo.

Les dejo una de sus obras maestras, "Siete Crisantemos", una de mis preferidas... los que me concen ya sabrán porqué. En el último párrafo sólo cambien balada por chimento y me calza como anillo al dedo.

Que la disfruten...


Si alguna vez he dado más de lo que tengo
me han dado algunas veces más de lo que doy
se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo
y puede que no exista el sitio adonde voy.

A las buenas costumbres nunca me he acostumbrado,
del calor de la lumbre del hogar me aburrí,
también en el infierno llueve sobro mojado,
lo sé porque he pasado más de una noche allí.

En busca de las siete llaves del misterio,
siete versos tristes en una canción,
siete crisantemos en el cementerio,
siete negros signos de interrogación.

En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas
y mucha golondrinas huyen de la ciudad,
el asesino sabe más de amor que el poeta
y el cielo cada vez está más lejos del mar.

Lo bueno de los años es curan heridas,
lo malo de los besos es que crean adición;
ayer quiso matarme la mujer de mi vida,
apretaba el gatillo... cuando se despertó.

Me enamoro de todo, me conformo con nada;
un aroma, un abrazo, un pedazo de pan
y lo que buenamente me den por la Balada
de la Vida Privada... de Fulano de Tal.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La mueca del adiós...

La última imagen suya es la de una mueca. Sabía que era la última mueca que vería en su rostro por mucho tiempo y así pudo disfrutarla de otra manera. Recordó cada detalle de ella y aún, pese al paso del tiempo, la recuerda con exactitud, como una fotografía retenida en su mente.

En una cara de pocas expresiones, una mueca ES una mueca como lo es una hermosa sonrisa de felicidad, de gozo o una pera fruncida conteniendo el llanto inevitable del adiós, del paso del tiempo y del fin del amor. El fin de una era, como le gusta definirlo.

Allí va ahora sin ataduras, reencontrándose, poniendo todo de sí para volver a sonreír. Allí va intentando ser feliz aunque no siempre lo logre, aunque no siempre puede olvidarse de aquella mueca, aún aquellos días que no logra sortear el dolor ni ganarle la batalla a la mente, ese enemigo desleal que juega sucio y no sabe perder, como diría el gran Andrés Calamaro en otro contexto y lugar… Aún aquellos domingos a las siete de la tarde cuando desea que el mundo estalle o que un milagro le arranque la tristeza.

Allí va esperando aunque nadie se lo pida, soñando aunque cueste caro y abriendo el corazón a nuevas sensaciones.

martes, 20 de noviembre de 2007

Breve visita por mi psiquis

Los cambios son traumáticos, ofrecen crecimiento, ayudan a madurar y aportan miles de beneficios como el consumir espinaca o brotes de soja, pero duelen, confunden, movilizan y si no estás bien parado, suelen correrte de tu eje. Ni hablar cuando los cambios se ponen de acuerdo y llegan a sacudirte todos en el mismo momento. Y ni hablar cuando sos una joven señorita de 27 años y gracias a las malditas creencias que se pasan de generación en generación y que te inculcan de chica a modo de estigma, no estás parada en el lugar que te marcaron debieras estar.

“¿Aún no te casaste?”; “¿Cómo que todavía no querés tener hijos?, no me quiero morir sin verte convertida en madre”; “¿Otra vez te separaste?”; “Yo a tu edad….”, bla bla bla… Aflojen, aturden a cualquiera! Lo lamento, todas las respuestas son negativas y poco alentadores para las exigencias familiares o de esa gente que “te quiere bien”, concepto que jamás entendí y es más, detesto. Siempre supongo que si hay gente que me quiere bien, debe haber otra tanta que me quiere mal… a esos les advierto: Aléjense de mi, nefastos!

Bueno sí puedo contar cosas buenas, soy una persona divertida, encontré mi profesión a temprana edad y me puedo dar el lujo desde hace mucho de vivir de ella, que no es poca cosa. El balance de mi vida es positivo, pasé por todos los estados que puede atravesar un ser humano y salí airosa. Amé y fui amada. Me caí y me volví a levantar. Tengo un tendal de amigos que me apuntala, que forman parte de mi familia y con el que comparto anécdotas desopilantes a diario (sí, es verdad lo que decimos aunque a muy pocos les cause gracia a nosotros sí y no hay vez que salgamos a la calle y no tengamos alguna odisea que contar). Creo que yo soy así, me pasan cosas todo el tiempo o no sabré minimizar los hechos, aunque el terapeuta insista en que ya me corresponde el alta. No sé, no estoy muy segura de que sea lo correcto…

Preparados, listos... largaron!

La soledad y la noche van de la mano. No siento estar diciendo ninguna genialidad pero es el sentimiento que me invade en este momento, como así también la tristeza, el llanto, la risa y el resurgir, la esperanza, las ganas de volver a empezar...

En este Blog abundarán las obviedades, las frases hechas y las palabras cursis, pero también tendrán lugar los sentimientos, algo que la mayoría parece, hemos tirado a la basura o guardado con timidez en un viejo cajón. El verdadero valor del amor y de la amistad, esos vínculos que te llenan el alma, te alientan y te hacen permanecer de pie frente a las adversidades.

A todos aquellos amores que me arrancaron más de una lágrima y a todos aquellos amigos que me devolvieron una y otra vez la sonrisa....