martes, 30 de noviembre de 2010

3 largos años...



Noviembre es mes de festejos en este blog, la Capitana y yo cumplimos 3 años de ser una misma persona (o a veces dos, ella es tan políticamente incorrecta como solía ser hace algunos años). Seria largo y tedioso hacer un balance de estos tres años, pasaron tantas cosas que algunas ya ni las recuerdo.

Pero haciendo memoria (y apelando al archivo de blogger) me di de frente con este post que escribí para el primer aniversario, y me encantó. Resume bastante mi cambio de vida, de actitud y sobre todo, retrata mi elección más importante: se puede vivir de otro modo... o al menos, vale la pena intentarlo.


A ese texto debo agregarle algunos "detalles":


- Finalmente, encontramos nuestro lugar con Muchacho y ya llevamos cuatro meses de caótica pero hermosa convivencia.

- En diez días sale mi primer libro, producto del hermanito menor de Capitana, Matemos a los ex. Mi ansiedad me está consumiendo, lo quiero ya en mis manos...

- Gané un concurso hace exactamente un año en la categoría "Voto de los lectores". Gracias a ustedes que se tomaron el trabajo de elegirme.

- Sumé amigos; me enamoré de Romancito, el mejor perro del mundo; tuve un nuevo ahijado; conseguí trabajos que me dan satisfacción y todos los días me llega algún lindo mensaje de algún desconocido contándome lo bien que le hace leerme. "Me ayudaste, me llegó tal cosa", impagable.

- Por este blog pasaron más de 200 mil personas en dos años (quedó un año sin registrar); más de 600 personas siguen esta locura y casi 2 mil amigos en Facebook hacen lo propio desde allá. Gracias, infinitas, como siempre.


Ya casi no actualizo, no por falta de cariño, amo a este blog más que a ningún otro. No creo que exista un sitio donde haya escrito más desde el corazón que éste. Capitana es mi mundo, mi alter ego, el único lugar donde pude abrirme durante mucho tiempo.

Hoy sólo tengo para decir: Feliz cumpleaños Capitana y gracias a todos, como siempre, por seguirme en todas.

viernes, 19 de noviembre de 2010

jueves, 11 de noviembre de 2010

El día más temido llegó...

Durante años, cuando mis padres aún estaban juntos y vivíamos todos en la misma casa, un dilema me rompía la cabeza: ¿cómo puede este tipo, traer todas las camisetas de su equipo de fútbol sucias, para que mi madre las lave?

No podía creer como ella, sin chistar, sacaba cada casaca del bolso (que encima se acordaba de entregarle dos días después, cuando la mugre había fermentado), la colocaba en el lavarropas y con alegría agregaba jabón y suavizante: "Así huelen mejor para el próximo partido".

La otra semana por supuesto, repetía el ritual. Mi asombro se redoblaba y volvía a preguntarle a mi madre: ¿Cómo puede ser que no te de asco agarrar ésas camisetas harapientas? ¿Para qué le ponés tanta dedicación, si a los dos minutos de partidos estos tipos se suenan los mocos con una manga? Su respuesta era categórica: "No me molesta para nada, si tu papá las trae las tengo que lavar".

Juré que nunca me iba a convertir en eso que era mi madre, pero ayer a la noche muchacho me puso ante mis ojos una prueba difícil de sortear: "Mi amor, para que todavía me veas más parecido a tu viejo, mirá lo que te traje". Y desplegó una bolsa negra que aún, no me animo a tocar. ¿Este tipo no recuerda todo lo que le conté sobre mi vida y las cosas que odiaba? ¿No sabe que, justamente hace unos años, me fui de mi casa para dejar de convivir con mis padres?

Sí, sabe todo y se ríe. Convirtiendo mi enojo en sonrisa, ésa es su arma más letal. No quiero caer, no puedo dejar mis convicciones atrás. Si toco esa bolsa negra ya no hay retorno, habré perdido la batalla para siempre.



Con ustedes.... la bolsa.



Me animé a abrirla, ya tiene olor...



Qué alguien me marque en el calendario el día que decidí irme a vivir con él, por favor...