Empleado de Recursos Humanos:
¿Hola Paola?
Capitana:
Si
Empleado de Recursos Humanos:
Queremos darle la bienvenida al Banco y confirmarle la sucursal La Plata.
Capitana:
Ok
Empleado de Recursos Humanos:
La esperamos el lunes a las 9 de la mañana, buen fin de semana.
¿Hola Paola?
Capitana:
Si
Empleado de Recursos Humanos:
Queremos darle la bienvenida al Banco y confirmarle la sucursal La Plata.
Capitana:
Ok
Empleado de Recursos Humanos:
La esperamos el lunes a las 9 de la mañana, buen fin de semana.
Mientras lo escuchaba, pensaba: "este hombre no tiene ni idea de todo lo que va a pasar por mi cabeza durante este fin de semana". Pienso, pienso y se me revienta la cabeza de tanto pensar. Si acepto, pierdo todo lo que tanto me costó conseguir: alegría, pasión y la posibilidad de hacer lo que me gusta.
Si "pruebo" en el Banco, por más que sea por poco tiempo, las revistas en las que escribo no van a dejar de salir publicadas y por ende, no me van a esperar, las pierdo... hay miles de periodistas en la calle esperando una oportunidad, la mía, por más chica que sea.
Si no entro al banco, voy a vivir en la incertidumbre como hasta ahora: un mes cobraré, otro no, otro lo haré todo junto. Me perderé una buena obra social, aguinaldo y vacaciones pagas, pero sobre todo, tener los 28 un sueldo entero en el cajero.
Las dos cosas son imposibles de conjugar: 9 horas adentro de un banco más dos horas y media de viaje. El resto se llama vida, pareja, cosas del hogar, aseo personal, amigos, familia y un mínimo descanso. Igual, aunque quiera dejar de dormir, las personas que hoy llamo para entrevistar no me van a atender el teléfono a las once de la noche. O sea, imposible hacer las dos cosas, una anula a la otra.
Me voy a dormir, estoy mentalmente agotada, a ver si en sueños encuentro una respuesta...