domingo, 29 de junio de 2008

Usted puede contar conmigo

Uno de mis mejores amigos está atravesando por un período similar al mio. Desde otro lugar, con otros condimentos y otras situaciones, pero con el corazón roto de todos modos.
En esta tarde de domingo, me recordó este poema de Mario Benedetti que me encanta pero hace mucho no leía. Y por supuesto, ahora tiene otro significado.

Por eso y porque quiero verlo bien a él, cambio el destinatario de mi dedicatoria, destierro a esa persona en la que pensé mientras lo releía y se lo dedico a mi querido amigo.

Ese que me levanta el ánimo con sus ocurrencias, que con su ejemplo me hace ver lo positivo de las cosas, me escucha cada vez que lo necesito y me devuelve la sonrisa en los momentos más insólitos e inesperados. Por razones obvias no lo voy a nombrar (a los hombres no les gusta mucho que los vean lloriquear, aunque no sea su caso) pero él sabe perfectamente de quién hablo.

Hagamos un trato

Compañera
usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo.

Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera,
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.


Aquí estoy, para lo que necesités...

martes, 24 de junio de 2008

Un juego para conocernos mejor!

Tomo el juego del blog de la Gringa y Gilda, para contar cosas mías y así conocernos más. Ahí va:
Me levanto de súper buen humor, salvo que sea muuy temprano, porque odio madrugar, ya ven el horario de mis post. Soy noctámbula y amo serlo. Aunque me regalaron una plancha divina cuando me independicé, elijo planchar con la mano. Prácticamente sólo me cocino ensaladas, arroz y milanesas de soja. Odio hacer las cosas de la casa y no me gusta demasiado estar sola. Soy cada vez más sensible, demasiado exigente con la gente que quiero y siempre espero que actúen como yo lo haría, cosa que me trae más de una desilusión. Me gusta leer y mirar pelis tirada en la cama, aunque me gusta mucho más ir al cine, teatro y recitales. No me gusta estar de mal humor y siempre le pongo buena onda a las reuniones (casi todas las organizo yo), suelo ser cómica y ocurrente aún en mis peores días, aunque llegué a mi casa y me desplome del dolor. Amo el verano y odio el invierno. Tengo muchos amigos que los considero parte de mi familia. Le tengo miedo a los perros pero los quiero, en cambio los gatos me hacen mal, nunca entiendo qué quieren hacer. Odio ver pelos en la pileta del baño, me enferman pero detesto aún más limpiarlo porque siempre me olvido de comprarme guantes (Madre, te extraño). Me gusta viajar, sacar fotos y comprarme ropa, soy compulsiva aún ahora que no tengo dinero. No suelo traicionarme, pero puede fallar. Detesto las cadenas de mails que no aportan nada. Me encanta que me regalen cosas y me sorprendan, aunque soy tan ansiosa que siempre lo descubro antes. Quiero tener dos hijos biológicos (Esmeralda o Lola y Joaquín o Benicio... sí, ya tengo los nombres), y sueño con adoptar un chiquito para devolverle la sonrisa. Tengo un sexto sentido para reconocer a la gente mala leche. Soy pasional para todo lo que hago, vivo soñando en grande y por ende, los porrazos duelen mucho. Soy asquerosamente nostálgica…

¿Qué me producen las siguientes palabras?
1-VIDA: Entre ella y yo, hay un conflicto por estos días.
2-AMOR: Un sentimiento hermoso que aunque hoy me haga llorar, quiero volver a vivir con plenitud. Sí, soy una boluda, pero sigo creyendo!
3-CASAMIENTO: Algo que quiero vivir más por la ilusión de la ceremonia y un vestido que tengo elegido desde hace mucho, que por otra cosa. No creo en la Iglesia.
4-FAMILIA: Lo que nos tocó por herencia sumada a la que elegimos en el camino.
5-DINERO: Necesario para mil cosas pero no fundamental para mí.
6-HOMBRE: Si pongo Andrés Ciro, vale? Chicas me separé hace dos meses, dejo el casillero en blanco mejor….
7-MUJER: Coincido con una de las chicas, el sexo fuerte…
8-DESEO: Paz, sonrisas para todos.
9-EXITO: Llegar a lograr mis objetivos…
10-PROFESION: Por suerte la encontré y vivo de ella (en este momento, como una pobre diabla Jajaja)
11-SALUD: Punto importantísimo… Ahora sin Osde y con deudas en esa empresa ladrona (Chicas, me hacen replantear mi vida con este juego)
12-INTERNET: Ahora que vivo sola y soy sola, mi gran compañía
13-PRESENTE: Oscuro, triste.
14-PASADO: Con millones de anécdotas para contar. He vivido a lo grande y fui muy feliz.
15-FUTURO: Espero que se vaya la nube negra que tengo sobre mi cabeza Jajaja, que llegue un gran amor (o que Ciro me proponga matrimonio en el Luna), que se cumplan los sueños.
16-POLÍTICA: Me interesa mucho pero no creo que se pueda hacer demasiado. Sólo soy espectadora y últimamente veo todo bastante perdido.
17-ARGENTINA: Un país hermoso para recorrer. Siempre barajo la idea de irme por un tiempo pero creo que no podría alejarme para siempre.
18-SEXO: Un hermoso placer que disfruto si hay amor, abrazos y besos. No me interesa demasiado ese que pinta porque sí, con cualquiera que no me valore ni me cuide.
19-BELLEZA: Sin dudas, la interior.
20-OPINIÓN SOBRE ESTE JUEGO: Pensé que lo iba a resolver rápido y me entretuve una horita. Me gustó, por eso lo subo directamente a mi blog. El que quiera que lo retire de aquí.

Au revoir…

Se acaba de ir. Me costó (y me cuesta millones de lágrimas) verlo partir pero parece ser que es lo mejor para los dos. Nunca pensé que después de tanto luchar, llegaría este momento pero así es. Tengo que soltarme de su mano y aprender a caminar sola. Guardar todos los momentos bellos en el cajón, llorar lo que haga falta, fortalecerme y volver a empezar. No sé cómo se dan esos pasos pero sé que debo intentarlo.

Fueron seis años de un amor intenso. Millones de recuerdos lindos y otros no tantos que quedarán marcados en mi vida. Siempre será una persona especial y sé también que siempre lo querré, aunque con el tiempo seguramente desde otro lugar.

Adiós ilusiones, sueños y proyectos compartidos. Adiós al gran amor de mi vida, ese que tantas veces me hizo feliz y otras, me hizo conocer la mayor de las desdichas. Adiós abrazos tiernos, besos dulces, cucharitas contenedoras y palabras de aliento. El amor quedará para otra ocasión, yo también tendré mi recompensa.

Tengo que seguir sola, aunque me cueste y me tropiece una y otra vez, aunque haya fechas que intenten jugarme una mala pasada y recuerdos que acechen con la furia de un tornado.

Y como dijo el gran Rodolfo Páez, “pero al fin, si es amor, cruzará huracanes y tormentas”. Ya no vale la pena luchar ni insistir, porque a veces con el amor no alcanza y lo mejor es dar vuelta la página. Aunque hoy mi corazón esté de luto y me quede llorando detrás de la puerta, sólo lo observo y lo dejo ir… El destino decidirá por nosotros.

(Para vos, mi constante, mi rubí, mi luz de marfil… Todo lo demás no es nada!)

viernes, 20 de junio de 2008

Tu fantasía esta noche seré...

Quiero hacer un paréntesis.
Voy a publicar la primera foto en la historia de este blog y la situación lo amerita. El siguiente post no tiene nada que ver con nada de lo que se venía contando, o sí, porque habla de mis gustos y mis sueños; de la gente que admiro y me marcó musicalmente en mi vida. Pido perdón pero no pasó ni una hora del encuentro y todavía sigo temblando, la tenía que subir.
Si esto no es amor, que será no?

La historia es la siguiente:

Quienes me conocen aunque sea un poco saben que entre todos los amores que han pasado por mi vida hay uno que ocupa un lugar importantísimo y lo ocupará por siempre. Si les doy media pista y les digo que viene por el lado del rock nacional creo que no quedan dudas sobre quién estoy hablando.

Ayer a la noche fui con mi querida amiga Gabi (Peluca para los amigos) a ver el estreno para la prensa y famosos de El Choque Urbano en el Paseo La Plaza pero encontré algo más lindo con que entretenerme: mirarlo toda la noche a él, al futuro padre de mis hijos (como vengo repitiendo desde hace diez años, ya los voy a sorprender), a ese hombre por el que hubiera dejado a mi novio de toda la vida (y siempre estuvo blanqueado) por una noche de amor, o por todas las que él quiera.

Pero algo me frenaba, no me animaba a saludarlo, no quería joderlo. Por suerte, hace años que la profesión me sacó el cholulismo y ya no me desvivo por conocer a nadie, salvo a aquellos músicos o personajes que admiro o tienen cosas importantes que contar. Y éste era el caso, por eso me sentía inquieta, incompleta.

Hasta que cuando finalizó la obra, una intrusa desesperada por una foto con él fue más viva y se animó. Y ahí no lo dudé: lo paré, le dije que no quería joderlo pero si nos podíamos sacar una foto juntos, le encajé un beso y me relajé en su abrazo mientras Gabi intentaba sacar la bendita foto que perpetuara ese momento para siempre.

Él se rió por su ineptitud, le dijo una y mil veces "el dedo, el dedo" para que ella sacara su anular del flash y una vez que salió la foto le preguntó: "'¿Salió el dedo?" y más carcajadas. Buen clima para ser nuestro primer encuentro, ¿no?.

Aún me tiemblan las piernas, se los juro. NO pude decirle todo lo que siempre había planeado en el caso que lo viera, como que lo admiraba, que me parecía un tipo súper correcto y que una y mil veces fui a verlo, aún sin un centavo en los bolsillos y recorriéndome varios kilómetros para ser parte del ritual. NO le dije nada, como tampoco le dije que lo amaba y que más de una vez soñé con él, con que me dedicaba una canción y que frente a un Luna Park saturado de gente me proponía que fuera su esposa por siempre.

Como no me pidió el teléfono y ya me comentaron que está en pareja (y no me gusta ser una zorra metida) por ahora, y solamente por ahora, seguirá siendo parte de mis fantasías.

Con ustedes, Andrés Ciro!


miércoles, 18 de junio de 2008

Mi querido abuelo Wilson

Como muchos chicos que crecen cerca de los abuelos, por lo menos en sus primeros años de vida, yo forjé con los míos lazos inquebrantables. Sobre todo con mi abuelo Wilson, un santafecino con convicciones y una vocación de trabajo y de lucha que siempre quise imitar.

Desde chiquita y hasta los doce años, cumplí con un ritual que hoy verdaderamente extraño con todo mi corazón. Los viernes salía de la escuela a las cinco de la tarde y llamaba a mi abuelo para decirle que estaba lista. Durante los cinco minutos que tardaba en manejar las quince cuadras que separaban su casa de la mía, yo lo esperaba en la puerta con mi mochila al hombro. Y no volvía a mi hogar hasta el domingo a la noche.

A diferencia de muchos de mis amigos, que se sorprendían y se preguntaban como no moría de aburrimiento con dos "viejos", yo lo pasaba realmente genial. No porque fuera su primera nieta y la preferida, no porque me trataran como una reina y me dieran todos los gustos que mis papás por cuestiones económicas no me podían dar, sino por las cosas que yo vivía con ellos: Las noches de dominó (que hoy atesoro en mi casa); el olorcito a sopa caliente y los sábados de milanesas a la napolitana con papas fritas bien sequitas y crocantes; las eternas escobas de quince con mi abuelo (recuerdo que incluso seguía aceptando partidas casi dormido para no desilusionarme); mis tardes llenando cuadernos con dibujos y textos, y la cortina musical de Nuevediario con José de Zer a la cabeza, allá por la primera mitad de los ochenta.

Decía que tengo miles de alegrías compartidas con mis abuelos, pero hay una que atesoro y que creo terminó marcando mi vida. Cuando tenía cuatro años mi abuelo me regaló uno de los mejores regalos que me hicieron en mi vida: un libro de poesías de Almafuerte. Quizás no era lo más apropiado para una nena que aún no sabía leer, pero él se tomó el trabajo de todas las noches sentarse a mi lado y hacerme repetir los versos del gran Pedro Bonifacio Palacios.

Nunca voy a olvidar ese sábado de 1984 (sí, me lo acuerdo como si fuera hoy) que llegamos al almacén de Rolando y me subió sobre la mesada anexa a la caja registradora y delante de todos los vecinos tuve que repetir las estrofas completas de "Piu Avanti". Creo que nunca pasé tanta vergüenza junta pero él estaba feliz y eso era lo importante: las repetí cada vez que me lo pedía, a pesar de mi pudor.


Una semana después, feliz por el resultado, me quemó la cabeza hasta que también me aprendí de memoria: "Avanti" y con esto ya podía alternar y no aburrir con mis presentaciones.

Ladero inseparable, apoyo incondicional, nunca dejó de quererme como nadie y de tenderme una mano cuando lo necesité. Trató de tapar los baches que se me iban presentando en la vida y soy lo que soy en gran parte por él. No sólo a nivel profesional (nadie puede negar que ese libro marcó mi vocación, siempre supe que sería periodista y aunque él hubiera querido que estudie Ciencias Políticas, me ayudó a bancar la carrera) sino a nivel personal.

Luchador incansable, un cáncer terminó por vencerlo pero aún recuerdo esas discusiones feroces de política (por estar en veredas totalmente opuestas) en el Sanatorio donde vivió sus últimas semanas; esos abrazos de despedida que le daba cada mañana que me tocaba dejarlo para ir a trabajar, después de toda una noche sola, mirando la camilla en donde esperaba a la muerte, velándolo en vida.

Siento que lo disfruté, aunque me hubiera gustado tenerlo un tiempito más. Su salud le permitió verme recibir el diploma de periodista y sentir el orgullo de mi dedicatoria pero no me pudo ver trabajar demasiado. Sé que le hubiera gustado verme feliz al lado de un tipo que me ame y me cuide tanto como él (para quedarse tranquilo que me dejaba en buenas manos) pero sobre todo sé que se hubiera desmayado de la emoción si me veía convertida en madre. Todas cosas que aún no sucedieron...

Hoy no sé donde tengo mi libro de poesías de Almafuerte y me culpo por ello, pero siento que el abuelo me dejó la mejor enseñanza: pelearla hasta el final.

Y en esa tarea me embarqué, porque estoy convencida que donde quiera que se encuentre, él está haciendo fuerza para verme sonreír.

(Para quienes no conocen al autor, acá les dejo los dos textos citados. Pero les recomiendo que lean toda la obra de Almafuerte por
que es magnífica y para nada tediosa)

AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...


¡Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte!

PIU AVANTI!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

viernes, 13 de junio de 2008

Que así sea...

Me escapo unos días de la ciudad con todo lo que eso implica.
Para el viaje, mi querido amigo Martín me recordó por mail este hermoso tema. Y cuando lo leí, lloré... Nunca había tenido tanto significado para mi, por eso decidí compartirlo.
Quizás alguien lo lea o lo escuche hoy y le pase lo mismo.

Dicen que viajando se fortalece el corazón
Pues andar nuevos caminos
Te hace olvidar el anterior
Ojalá que esto pronto suceda
Así podrá descansar mi pena
Hasta la próxima vez

Y así encuentras una paloma herida
Que te cuenta su poesía de haber amado
Y quebrantado otra ilusión
Seguro que al rato estará volando
Inventando otra esperanza
Para volver a vivir

Creo que nadie puede dar una respuesta
Ni decir qué puerta hay que tocar
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida
Sólo se trata de vivir

Creo que nadie puede dar una respuesta
Ni decir qué puerta hay que tocar
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida
Sólo se trata de vivir

Dicen que viajando se fortalece el corazón
Pues andar nuevos caminos
Te hace olvidar el anterior
Ojalá que esto pronto suceda
Así podrá descansar mi pena,
Hasta la próxima vez
Seguro que al rato estaré volando
Inventando otra esperanza
Para volver a vivir.

Nos reencontramos a la vuelta...

miércoles, 11 de junio de 2008

¿Un mal día lo tiene cualquiera?

El dolor es tan grande que por momentos le falta el aire. Intenta recuperarse, hacer pie, volver a empezar, pero no es tan simple. Aunque intente aferrarse de las cosas que sí tiene, las que se fueron pesan más en su corazón.

Se enoja consigo misma, con él, con el mundo, como si así pudiera remediar la pérdida, o encontrar consuelo, pero es en vano. La angustia se apodera de su corazón, de su alma y de todo su cuerpo. Sus sueños se desvanecen, como también lo hacen sus ganas de seguir luchando, los intentos por volver a sonreír.

Lo extraña mucho a él; a su cuerpo junto al suyo en la oscuridad de la noche; a sus palabras de aliento en esos momentos de desesperanza (como éste); a las tardes de siesta y los domingos de cucharita mirando películas en la cama.

Ya nada será igual sin su compañía y ella lo sabe. Le gustaría dejarlo en el pasado pero su presente lo pone sobre la mesa una y otra vez hasta exasperarla. Sabe que debe dejarlo ir y en eso está, intentando soltarle la mano de a poco a ese sentimiento que la acompañó por años y que aún la acompaña.

Dicen que un mal día lo tiene cualquiera, aunque éstos últimamente sean parte de su rutina diaria.

martes, 10 de junio de 2008

El principio de todo (Capítulo 2)

El segundo gran golpe de mi vida llegaría dos años después.

Fernandito era el chico más lindo del turno mañana. Yo lo conocía porque íbamos a la misma escuela (aunque a distinto horarios) pero además, a la pileta del mismo club. Es más, se podría decir que luego de este episodio que voy a relatar nos criamos juntos (de hecho es uno de los hermanos incondicionales que la vida me regaló) pero antes de eso tendría que pasar por una gran humillación. Un hecho que aún recuerdo con una punzada en el pecho y lágrimas en los ojos.

Corría octubre de 1991 y mi vecina arpía (sí, la misma que ideó el plan macabro que me llevó a aislarme del mundo por unos cuantos días) me invitó a su cumpleaños. Fui porque mi mamá me mandó y porque iban muchos de mis amigos sino no hubiera asistido por nada del mundo. La odiaba con todo mi corazón y cada vez que podía la atropellaba con mi bicicleta, y esto no es un chiste… ¡Lo hacía, se los juro!

Decía que mitad por presión familiar y mitad para no perderme luego los comentarios en la escuela, fui a su fiesta. Recuerdo como si hubiera sido ayer que tenía puesta una camisa bordó con mini estrellitas blancas (se súper usaban en ese momento), un jean que rozaba lo nevado pero no lo era (ya se estaban extinguiendo, gracias a Dios) y zapatos Kickers azules. El pelo castaño claro, largísimo y lacio, y un jopo que me hacía aparentar unos centímetros más alta. Hoy a la distancia me veo horrenda pero en ese momento llevaba lo que marcaba el último grito de la moda, de verdad.

Como yo iba al turno tarde, no conocía a la gran mayoría de invitados, así que me quedé con la gente que sí conocía pero la fiesta era un embole. A la cumpleañera se le cantó jugar al semáforo y todos nos tuvimos que sentar en ronda para complacerla. Yo avisé que no jugaba con rojo y así dejaba bien en claro que no me pensaba dar besos en la boca con nadie. El resto de las chicas, que ya habían dado su primer beso se quedaron calladitas y fueron elegidas una y otra vez. Yo por supuesto, gracias a mis propias reglas y mi autoboicot, no era elegida por nadie. ¿Qué chico iba a querer darme un beso en la mejilla o en la frente, cuando tenía un tendal de chicas que pedían piquitos a los gritos?

Hasta que le tocó el turno a él, que para sorpresa de todas eligió amarillo y no rojo. El corazón se me aceleraba porque podía llegar a ser mi oportunidad aunque no tenía muchas esperanzas, de chica era muy insegura y que Fernando me eligiera sería todo un premio.

Pero sí pasó. Cuando me quise dar cuenta escuché “Amarillo, con Paola” y vi como venía decidido a darme un beso en la frente… ¡Qué éxtasis, por favor! Quedé tan impactada que me fui de la ronda (calculo que a ahogar mis gritos de felicidad al baño) y esa noche no dormí acelerada, pensando que había sido la elegida y que todos hablarían de mi.

Al otro día, un domingo a la tarde bastante frío, el demonio de mi vecina vino a buscarme para salir a andar en bici. Durante todo el camino me dijo que cuando me fui Fernando comentó lo linda que era y dijo que quería que fuese su novia. No sé cómo me convenció (una vez más, que idiota era!!) para que le escribiera una carta diciéndole que yo también gustaba de él. Y mucho menos aún entiendo como de un momento a otro, estábamos haciendo ring raje en la puerta de su casa y tirándole esa misma carta debajo de su puerta.

Ya está, la jugada estaba hecha. Había puesto mi cabeza bajo una guillotina y sólo me restaba esperar la vida o la muerte. Sólo él podía definir mi suerte: si seguía siendo una perdedora o me pasaba de bando y con una ficha más que ganadora.

Hice esas seis cuadras que separaban su casa de la mía con un nudo en el estómago. No sabía si él iba a responderme o nunca lo haría, aunque a esa altura sólo deseaba que la carta fuera comida por una jauría de perros para que nadie la leyera jamás.

A los quince minutos, ya sentada en la vereda de enfrente de mi casa, lo veo venir con la “Milonguita” (su bici negra que todos los chicos le envidiaban). Venía con la mirada fija, la misma que tenía el día anterior cuando dijo “Amarillo, con Paola” pero ésta vez no hubo beso ni en la frente, ni en la boca ni en la mejilla.

No molesten más en mi casa”, fueron sus únicas palabras mientras una lluvia de papeles caía sobre mi cabeza. Nada en esa escena hablaba de de amor, sólo había desprecio y desconsideración. Mi carta estaba hecha trizas sobre la vereda y el soplo de mi corazón pedía pista para acecharlo hasta dejarlo morir.

Fue un momento crítico en mi vida. Por supuesto, todos en la escuela y en el club se enteraron del rechazo (el segundo en mis cortos años de vida) y Fernando no me habló por un buen tiempo, algo que me dolía aún más. La vida más tarde me iba a dar revancha con este muchachito sin corazón pero eso sería un año después y ya lo contaré en detalle en otra oportunidad.

Todo era angustia y pensé que jamás me recuperaría, pero unos años después tuve el verdadero gran golpe de mi vida antes de la adultez.

lunes, 9 de junio de 2008

El principio de todo (Capítulo 1)

Cuando tenía 9 años viví mi primer revés amoroso…

Mis vecinas me aseguraron que Cristian, el chico que amé toda la primaria, gustaba de mi y que les había dicho que si yo dejaba una carta en la ventana del kiosco de la esquina confesando mi amor, él se haría cargo del suyo y me diría de ser novios otra vez (ya lo habíamos sido de más chicos) pero ahora sería para siempre.

Primero no les creí nada pero insistieron tanto que me decidí. Agarré fibras de colores, dibujé algunos corazones y flores y escribí la palabra SI, sin siquiera imaginar que ese acto marcaba mi pase al infierno. Tomé coraje y ese viernes a las cinco de la tarde cuando salí de la escuela, no volví a mi casa, fui directo al kiosco, tal como había acordado con ellas, y dejé la cartita que con tanto valor e ilusión había armado para él.

Esas chicas no eran buena gente, eso ya lo sabía, pero nunca creí que su nivel de maldad era tan elevado. Cuando giré mi cuerpo para correr hasta casa a refugiarme de la osadía que acababa de hacer, las arpias salieron de su escondite, agarraron la cartita y empezaron a reírse como nunca antes lo habían hecho. Yo creí que iba a morirme, es más debe haber sido la primera vez en mi vida que me puse colorada y lloré de impotencia. Saltaban y se abrazaban porque la parte A de su plan había salido a la perfección pero lo peor de todo era la parte B: mostrarle la carta a Cristian y a todos los alumnos de la escuela.

Ese fin de semana lloré tanto que pensé que me iban a tener que llevar al médico para que me dé una inyección o algo así. Es más, fue la primera vez en mi vida que hablé con mi madre de amor, me daba tanta vergüenza que alguna otra amiga supiera que le confesé todo a ella.

El lunes conseguí que me deje faltar a la escuela y el martes puse papel secante en mi zapato para que me subiera temperatura. Pero el miércoles no pude zafar y mi mamá me mandó para que lo afrontara de una vez. Y fue tan trágico como lo imaginaba. Apenas puse un pie en el patio de la escuela, sufrí la humillación pública y sobre todo, la mirada de pena de él, que no tenía la menor idea del plan y que como era buena gente, hasta se enojó con ellas porque me hacían sufrir, porque muy a mi pesar, siempre me vio como “su mejor amiga”. Nada más alejado de mi sentimiento. Yo sabía de memoria como quedaba mi nombre y apellido junto a los suyos, aún lo recuerdo:

“Paola Sabrina ...... de Cristian Ariel .......”

Lo escribía cada cinco minutos en mi cuaderno, en mi diario íntimo, con tiza en el patio de mi casa y en mis sueños cotidianos de amor. Incluso llegué a pensar que nos casaríamos y tendríamos hijos rubios, con pelo largo y ojos claros como él. Pero nada más alejado de la realidad, él gustaba de otra chica y recuerdo que hasta me pedía consejos para conquistarla.

No me quedó otra que ser su amiga y esperar hasta que otro amor llegue a mi vida.

Y muy pronto eso pasó…