
Verano de 2007. En mi rol de periodista de una revista de chimentos, me mandan de temporada a Mar del Plata. Mi labor diaria era recorrer en bikini y vestiditos las playas del sur en busca de famosos y pautar notas con otros tantos, almorzar en paradores y por la noche asistir a las obras de teatro en cartel... un verdadero lujo con todo pago y alojamiento en el hotel Hermitage. Estaba feliz y era un buen antecedente para mi curriculum, ¿de qué me podía quejar?
Llegó el motivo una tarde de muchísimo calor cuando me tocó una producción fotográfica con la ¿modelo? ¿vedette? ¿gato? Wanda Nara. La verdad que mucha onda para recibirla no tenía pero puse mi mejor sonrisa, por lo menos en los primeros minutos.
Situación: dos de la tarde; parador de la Rock and Pop donde en breve tocaba "La mancha de Rolando"; rolingas diseminados por los médanos fumando faso, tomando cerveza y vino en cartón. Calor infernal, la reina no llega y esperar me causa fastidio, estaba para tirarme con un par de roñosos por ahí y copiar sus vidas. Cuarenta minutos después, cae Wandita con lata de Pepsi en una mano y un alfajor triple de chocolate en la otra. Me saluda y casi me desmayo, tenía todos los dientes negros. Le pregunto porqué llegó tarde; porqué no se maquilló en su casa como estaba previsto y si trajo un cepillo de dientes. Su respuesta: "jaja éste es mi almuerzo, ya me comí otro en el remis... ay me olvidé, ¿no me podés maquillar vos? traje todas las pinturitas". Por dioooooooo, qué castigo!!
Vale aclarar que no soy maquilladora ni productora de modas, lo puedo hacer de onda pero soy periodista, no tengo por qué ni tampoco sé hacerlo profesionalmente. Apelando a mi coherencia, elijo de su valija lo que mejor le puede quedar (tres bikinis que el fotógrafo le sacará a los tres segundos) y me la llevo al baño del parador para ver cómo se pueden disfrazar esas imperfecciones (porque les juro, tiene un lomazo pero qué fea es, madre mía). Le pido que se camufle un poco porque de lo contrario nos van a ensartar a las dos y se pone un gorrito y unas gafas... se pilotea, nadie advierte su presencia.
En el baño la ayudo a maquillarse mientras oficio de patovica. Un par de muchachos la descubrieron y corean su nombre a los gritos, quieren entrar al baño. "Chicos, por favor, no me hagan llamar a la polícia, media pila"... las fieras se tranquilizaron mientras ella desde adentro me pide que le pase el delineador por el ojo (a mi justo, que soy alérgica a esa línea negra y tengo menos pulso que un enfermo de parkinson). Le digo que no puedo, que estoy sosteniendo la puerta para que no la violen. Loco, vive de eso y ¿aún no aprendió a maquillarse?
Mi temperatura va en aumento pero aún sonrío. Me grita desde adentro del baño que terminó. Abro la puerta y sale en corpiño negro (chiquito, que le dejaba las tetas al aire onda balcón), pollerita de jean, pelo suelto y sin el gorrito. Ahora sí estábamos en problemas... los pibes en llamas se le tiraban encima, le gritaban barbaridades (Wanda ponete en cuatro que te hago un pibe; te entro como piña; te la pongo hoy y te la saco en el 2012 y otras que no puedo reproducir) y yo la llevaba abrazada evitando que la toquen de más aunque con ganas se las hubiera tirado a los cerdos.
Resumo (perdón, será el último post largo de la historia en Capitana, lo prometo pero es que ésta historia es para contarla personalmente, con mímica incluida). Llegamos a los médanos donde nos esperaban los fotógrafos. Como no quiso llevarse la ropa al baño se cambió la tanga que le indiqué atrás de unos yuyos (sí, leyeron bien); le pasé un poco de crema para disimular las marcas en la cola y cada tanto le tenía que sacar la arena de entre los pechos (eso estoy yendo a hacer con fastidio en la foto) porque ella no podía por razones obvias. Mientras se quejaba porque la arena estaba caliente, un grupo de chicos seguía gritando desde abajo del médano y otros más astutos se consiguieron unos cuatriciclos y llegaron a la cima.
"Pao, sacame a esos pendejos que los veo", repetía el fotógrafo cada dos segundos.... "Chicos, salen en la foto, ¿se pueden correr?". "Pao la quiero poner en bolas a esta burra hija de puta".... "Las fotos en bolas no me sirven para la revista pero no la aguanto más, hacele lo que quieras y que se vaya"... "Genial, vamos a mojarte toda a la orilla Wanda"... "¿Qué, y los buitres como los paramos?"... "De eso ocupate vos Pao".... ¿por qué no me matan y yaaaa?
Todos a la orilla. Yo tenía una nota en la otra punta de Mardel y ya llegaba tarde porque ésta no paraba de frenar la producción. Que tengo frío; que me quema la arena; que no quiero mojarme el pelo porque hoy no pensaba bañarme (qué??? estuviste asándote en la playa, sucia). Me hartó, basta para mi basta para todos y eso que no soy malhumorada pero mi paciencia tiene un límite así que me calcé mi buzo Adidas, me puse la capucha y me senté a mirar el mar con la vista perdida como los locos. No le di más bola al fotógrafo ni a ella que encima no paraba de hablar por teléfono con ¡Waldo!.
Cuando se dignó a cortar me dice: ¿Me ayudas, estas enojada conmigo?. Pensé en matarla, ahogarla en el mar, tirarla del escenario rockero cabeza para abajo y que la ajusticien los muchachos pero no, ante todo soy una profesional... "quedate tranquila Wanda, cuando tenga tiempo te llamo y hacemos la nota. Hoy ya me tengo que ir, sorry". Y la dejé sola sin siquiera pedirle un remis.... A la noche la vi en la tele así que supe que salió con vida. Quizás de ahí mismo sacó a ese novio con el que hizo el video porno, el del pete loco pero no tengo la certeza porque no la llamé nunca más en mi vida.
Ah, se podrán imaginar como me descargué en la nota. La maté y lo cuento con orgullo, era mi único modo de hacer justicia... Qué lindo es a veces tener poder!!