lunes, 28 de junio de 2010

Sabio destino

Hace dos años mi vida era un desastre: sola, triste, sin trabajo y disfrutando de las últimas semanas en mi departamento, ya me volvía como perro arrepentido a la casa de mi madre. Cero luz de esperanza, nada importante que me sacara de la rutina de todos los días: llorar, salir a mirar vidrieras llorando, ir a comprar al mercadito chino llorando, bañarme llorando, mirar una película llorando, dormirme llorando. No mucha variante, si venía alguien a visitarme tenía que bancarse mis ojeras y mis lágrimas siempre a punto de ebullición. Deambulaba con un pijama celeste y un saco de lana verde, ni siquiera me lo sacaba para recibir a los valientes que tocaban el 5F para darme un poco de ánimo.

En ese contexto, me crucé con muchacho, a quien no veía hacia años. Lo vi entre la multitud, como siempre que la vida me lo puso en el camino, me sentí nerviosa, corriendo el riesgo de tartamudear, como cada vez que algo altera mi poder de control. Estaba lindo, siempre me gustó. Nos saludamos, resumimos nuestras vidas en cinco minutos y a la semana de charla por msn, me contaba que se separaba. No entendía mucho, no esperaba nada ni sabía si podía responderle a alguien, pero ahí me tendía el destino una soga. El resto es historia conocida, costó bancarse todo el proceso pero acá estamos, con sobresaltos dignos de toda relación, con meses de una convivencia no oficial pero no por eso irreal y a un mes exacto de mudarnos a una casa nueva, juntos, de los dos, armada con todo el amor del mundo.

Si en junio de 2008 alguien me pronosticaba este futuro, me reía a carcajadas. Cuando tuve que dejar el departamento, muchos de ustedes me dijeron: la próxima vez que te mudes lo hacés en pareja... y ni siquiera lo podía soñar. Mucho menos creería él si alguien le decía: dentro de dos años vas a estar viviendo con otra mina y armando una nueva familia. Pero pasó.

Ya nos entregaron las llaves del departamento, de a poco iremos llevando las cosas pero como aún hay gente trabajando, la mudanza oficial será el sábado 31 de julio. Todavía hay días que ni yo lo creo, es increíble como te puede cambiar la vida de un momento a otro.

lunes, 14 de junio de 2010

Día de furia...

Nunca fui muy normal, odio más cosas que el resto de las personas y no me caracterizo por la paciencia, eso es sabido. Últimamente fui desarrollando un poco más de tolerancia hacia algunas cosas, pero en seguida todos notan que es una fantochada, un esfuerzo en vano: cuando odio, odio de verdad; cuando quiero asesinar a alguien, son deseos verdaderos. No es joda.

Esto no lo cuento para que lo impriman y lo guarden en caso que sea necesario mostrárselo a un Juez, no me detengan, todavía no hice nada. Todavía dije... Hoy tuve un día de esos en los que sí uno llega a disparar el gatillo, puede argumentar que fue por emoción violenta y todos le creen. El Jurado se pondría de pie, los fiscales aplaudirían y los chusmas que ilustran la escena correrían por sus armas a hacer justicia por mano propia.

Todo comenzó a las 10 de la mañana, cuando llegué a la esteticista: una idiota fea, feísima, contándole al aire todas sus conquistas sexuales del fin de semana. Digo al aire porque no creo que alguna de las presentes le crea algo, era fea de verdad. De ése lugar uno espera dos cosas: la primera es que conviertan mi piernas en largas y delgadas como las de Dolores Barreiro; la segunda, que se transforme en una prolongación de la cama. Estufita, música zen, bolsas que te recubren el cuerpo como un matambre y una hora de calor tapadita con una manta es una tentación. Lees una revista cinco minutos y se te cierran los ojos, hasta una acelerada como yo se relaja... hasta que la fea se acuerda del chongo que se clavó el sábado en un bar de mala muerte y te saca del paraíso: "¡Pero no sabés cómo la tenía!", gritaba mientras se frotaba las manos. Detestable.

"Me tengo que ir antes, me adelantaron el cierre en una de las revistas", me excusé y partí una hora antes que termine el ciclo de actividades. Prefería mojarme debajo de la lluvia torrencial antes que bancarme a este clon de Mariana de Melo del tercer mundo. Imaginen lo que era... Me subo al colectivo, desearía llegar a casa para dormir lo que la fea me negó pero en parte es cierto, debo trabajar. La gente se amontona en el colectivo, se vuelve loca porque le cayeron dos gotas sobre el cuerpo, son gotas, tampoco es la muerte, ¿no se bañan acaso? Ya se van a secar...

Decía, íbamos todos amontonados en el colectivo, eso ya sería demasiado pero no, hay más, siempre hay más: un grupo de estudiantes salieron de la escuela con ganas de jugar. Se podrían haber ido a una plaza y tirarse con bolas de tierra pero no, subieron a mi colectivo. "Ehh mono, suban, empujen, empujen, empujen", cantaban como nabos. "Dale volumen guahíiiiiiin", gritó otro cual flogger, y todos saltando. Quiero sentarme, entre los empujones y la cumbia a todo volumen que salía del celular estaba por tirarme por la ventanilla. Veo un asiento libre, es la mía:

Capitana:
¿Me permitís sentar?

Futura compañera de asiento:
Y no, ¿no ves que tengo mi mochila y mi guitarra sobre el asiento?

Capitana:
¿Pero sacaron boleto?

Futura compañera de asiento:
(con cara de mala) No las voy a sacar del asiento.


Tengo ganas de convertirme en La Masa de 100% Lucha y hacerle una toma asesina pero la miro bien, es gigante la mina, soy loca pero no boluda. Recordé que toda mi vida quise ser justiciera. O sea, tener algún poder especial o una pócima, bah ahora que lo pienso bien quiero tener la espinaca de Popeye, para convertirme en fuerte e impune en cuestión de segundos. Pero bueno no, me la tuve que comer doblada, nunca hay que olvidar la medida de cada uno. Temo por mi vida, mi metro sesenta no da para todo. Puteé por lo bajo, les puse los puntos a los pendejos (alguien la tenía que pagar) y una señora que estaba al lado me dijo "Gracias querida".

Camino bajo la lluvia, está fría, me pongo la capucha, todo es mejor que soportar a la fea que debe seguir contando sus conquistas imaginarias; a los pendejos del colectivo o a la compañera de asiento que no fue. Llego, como algo, sigo con frío, repito una y mil veces: "Qué frió del orto, odio el invierno". Llega muchacho, saca temas de conversación que traen peleas. Pero pienso, ahora se va a callar, va a correr a abrazarme y decirme lo mucho que me ama, lo importante que soy en su vida. Claro que no, terminó el último bocado y se lo llevó la corriente, a la cama a ver el partido.

Pienso que convivo con un barrabrava, ya vio todos los partidos desde que empezó el Mundial. No se perdió ni uno, quizás no los vio enteros pero al menos los puso de fondo. Se excusa que es por trabajo pero no le creo. Me pide que programe el despertador para las 8, mañana me vuelvo a despertar con la vuvuzela pienso. Ese sonido ambiente estilo panal de abejas que acompaña todos los partidos. Me pregunto cuándo se terminará el mundial, cuando el mundo será más justo, cuando todos me darán la razón como los locos. Sí, eso quiero: locos alrededor mio que no me discutan nada, gente que haga silencio cuando me molesta su voz, seres humanos educados que no molesten... imposible.

Caigo en la cuenta que no puedo matar por un sólo motivo, no porque me vaya a perseguir la culpa toda la vida, sino porque no tengo con qué. Muchacho es modelo 2000, no tiene caja de herramientas siquiera, si se rompe algo llama a alguien para que venga a arreglarlo. Sino quizás un destornillador me podía ayudar, pero me da un poco de impresión: ¿cuántos destornillazos le tengo que dar a alguien para que no joda?... capaz que un toque de cosa me da en el destonillazo número veintitrés, me cae la ficha y dejo a la víctima turuleca. No, mejor no. Una amiga apuntó por Facebook que tiene una escopeta, le podría pedir que me la mande por un remis... pero voy a levantar sospechas, ya habría dos cómplices que se pueden quebrar: mi amiga y el remisero. No, no me sirve, quiero el crimen perfecto.

Ya estaba desalentada, mi día de furia no estaba teniendo un final del todo feliz, hasta que la bella de Bella me apuntó un sitio con todo lo que necesitaba saber para volver a sonreír*:


Y me colgué en la página, quiero todo. Podría tener mi propio arsenal temático. Si llama la nefasta ex de muchacho puedo rastrear la llamada y ajusticiarla con la escopeta lila; si quiero pegar un sustito a alguien, puedo darle con la marcadora de Paintball y si ya requiero de más material, como para derrumbar una casa, tendría un propio tanque de guerra. Con qué poco me hicieron feliz... sólo me resta pensar en qué lugar de la casa puedo armar mi búnker clandestino y arranco. Para no perder tiempo voy a ir haciendo el pedido, ¿alguien se anota con algo?




*El descubrimiento de este pequeño mundo asesino rosa no fue lo único bueno del día. Hoy salimos en los agradecimientos de La Pé, que recibió un chamamé de Tarragó Ros personalizado y en la nueva Web de Clarín, donde me hicieron una nota por el día del Blooger.

viernes, 11 de junio de 2010

Enfrentando al diablo...


A pocas semanas de la mudanza, mientras elegimos colores, muebles y dibujamos la distribución de las cosas, se nos ocurrió una idea, una decisión de vida, conjunta, compartida: en la casa nueva NO habrá televisión en la habitación.

La intención es fomentar la lectura, el acercamiento, las charlas y evitar el ostracismo que trae aparejado el aparato. Los dos vivimos con el televisor prendido, enchufados a la computadora, queremos despojarnos de la tecnología al menos por un rato. Una tarea difícil, somos fanáticos confesos.

¿Lo lograremos?