miércoles, 18 de junio de 2008

Mi querido abuelo Wilson

Como muchos chicos que crecen cerca de los abuelos, por lo menos en sus primeros años de vida, yo forjé con los míos lazos inquebrantables. Sobre todo con mi abuelo Wilson, un santafecino con convicciones y una vocación de trabajo y de lucha que siempre quise imitar.

Desde chiquita y hasta los doce años, cumplí con un ritual que hoy verdaderamente extraño con todo mi corazón. Los viernes salía de la escuela a las cinco de la tarde y llamaba a mi abuelo para decirle que estaba lista. Durante los cinco minutos que tardaba en manejar las quince cuadras que separaban su casa de la mía, yo lo esperaba en la puerta con mi mochila al hombro. Y no volvía a mi hogar hasta el domingo a la noche.

A diferencia de muchos de mis amigos, que se sorprendían y se preguntaban como no moría de aburrimiento con dos "viejos", yo lo pasaba realmente genial. No porque fuera su primera nieta y la preferida, no porque me trataran como una reina y me dieran todos los gustos que mis papás por cuestiones económicas no me podían dar, sino por las cosas que yo vivía con ellos: Las noches de dominó (que hoy atesoro en mi casa); el olorcito a sopa caliente y los sábados de milanesas a la napolitana con papas fritas bien sequitas y crocantes; las eternas escobas de quince con mi abuelo (recuerdo que incluso seguía aceptando partidas casi dormido para no desilusionarme); mis tardes llenando cuadernos con dibujos y textos, y la cortina musical de Nuevediario con José de Zer a la cabeza, allá por la primera mitad de los ochenta.

Decía que tengo miles de alegrías compartidas con mis abuelos, pero hay una que atesoro y que creo terminó marcando mi vida. Cuando tenía cuatro años mi abuelo me regaló uno de los mejores regalos que me hicieron en mi vida: un libro de poesías de Almafuerte. Quizás no era lo más apropiado para una nena que aún no sabía leer, pero él se tomó el trabajo de todas las noches sentarse a mi lado y hacerme repetir los versos del gran Pedro Bonifacio Palacios.

Nunca voy a olvidar ese sábado de 1984 (sí, me lo acuerdo como si fuera hoy) que llegamos al almacén de Rolando y me subió sobre la mesada anexa a la caja registradora y delante de todos los vecinos tuve que repetir las estrofas completas de "Piu Avanti". Creo que nunca pasé tanta vergüenza junta pero él estaba feliz y eso era lo importante: las repetí cada vez que me lo pedía, a pesar de mi pudor.


Una semana después, feliz por el resultado, me quemó la cabeza hasta que también me aprendí de memoria: "Avanti" y con esto ya podía alternar y no aburrir con mis presentaciones.

Ladero inseparable, apoyo incondicional, nunca dejó de quererme como nadie y de tenderme una mano cuando lo necesité. Trató de tapar los baches que se me iban presentando en la vida y soy lo que soy en gran parte por él. No sólo a nivel profesional (nadie puede negar que ese libro marcó mi vocación, siempre supe que sería periodista y aunque él hubiera querido que estudie Ciencias Políticas, me ayudó a bancar la carrera) sino a nivel personal.

Luchador incansable, un cáncer terminó por vencerlo pero aún recuerdo esas discusiones feroces de política (por estar en veredas totalmente opuestas) en el Sanatorio donde vivió sus últimas semanas; esos abrazos de despedida que le daba cada mañana que me tocaba dejarlo para ir a trabajar, después de toda una noche sola, mirando la camilla en donde esperaba a la muerte, velándolo en vida.

Siento que lo disfruté, aunque me hubiera gustado tenerlo un tiempito más. Su salud le permitió verme recibir el diploma de periodista y sentir el orgullo de mi dedicatoria pero no me pudo ver trabajar demasiado. Sé que le hubiera gustado verme feliz al lado de un tipo que me ame y me cuide tanto como él (para quedarse tranquilo que me dejaba en buenas manos) pero sobre todo sé que se hubiera desmayado de la emoción si me veía convertida en madre. Todas cosas que aún no sucedieron...

Hoy no sé donde tengo mi libro de poesías de Almafuerte y me culpo por ello, pero siento que el abuelo me dejó la mejor enseñanza: pelearla hasta el final.

Y en esa tarea me embarqué, porque estoy convencida que donde quiera que se encuentre, él está haciendo fuerza para verme sonreír.

(Para quienes no conocen al autor, acá les dejo los dos textos citados. Pero les recomiendo que lean toda la obra de Almafuerte por
que es magnífica y para nada tediosa)

AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...


¡Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte!

PIU AVANTI!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

21 comentarios:

Unknown dijo...

Como siempre, tus historias me recuerdan las mías... Todos los mediodías, cuando salía de mi jardín "la Hormiguita Viajera" me esperaba mi bisabuelo, y de su mano venía a almorzar a su casa, que por esas vueltas de la vida, hoy es mi casa.
Y las palabras de Almafuerte tienen un significado especial para mí, no solo por su contenido, sino por ser el nombre de nuestra calle... por eso las tengo presentes desde chica...

cineconmcfly dijo...

Increibles palabras las de Almafuerte...
Los abuelos son los que marcan esas pautas que los padres no pueden... son esa diferencia que dejan en nuestra vida sus años de experiencias vividas...
Lamentablemente solo conoci a mis abuelas, y orgulloso de haber estado con ellas hasta el ultimo dia, pero se que mis abuelos fueron pilares importantisimos para la familia de la cual soy parte...
Gracias por estas palabras PF...

Anónimo dijo...

excelente!! nada mas que decir

Anónimo dijo...

¡Qué memoria, nena, qué memoria!
Yo también me los aprendí, me los enseñó mi vieja y, a ella, su papá (mi abuelo, que no conocí, así que también es como si a estos "sonetos medicinales" me los hubiera enseñado él).
A donde pusiste "Obsesión casi asnal", creo que es "Obsecación asnal"... Bah, por lo menos así me lo enseñaron a mí.
"Todo lo alcanzarás, solemne loco...
¡Siempre y cuando lo permita tu estatura!"

Anónimo dijo...

Fe de erratas:
"¡Siempre QUE lo permita tu estatura!" (me acaba de corregir mi vieja, ¡qué vergüenza!)

Anónimo dijo...

GENIAL!!!
Te acabo de descubrir por casualidad pero pienso quedarme, se nota que sos un ser muy especial, lleno de luz y con mucho amor para dar. Ojalá pronto encuentres a esa persona que te complete y te de la paz que andas buscando.

Saludos desde Santa Fe

Paola Florio dijo...

Gabi, gracias! Siempre las cosas que le pasan a una las siente tan de cerca la otra, no? Es esa conexión especial que une a las personas y más aún a nosotras.

Pablo, gracias a vos siempre por estar!

Dan, gracias!

Fede, me hacés reir... Acabo de chequear tu corrección pero sigo sosteniendo la misma versión. Lo busqué en internet y figura así.
"Obsesión casi asnal, para ser fuerte"
Voy a dejarme de joder e invertir en el libro. Me fijo ahí y cualquier cosa lo cambio, pero yo también lo recuerdo de este modo. Gracias igual por el detalle, y que loco, pasaron casi cien años de su creación y su obra sigue tan vigente!

Anónimo, gracias! Me reconfortan tus palabras. Un beso!

Paola Florio dijo...

Gabi, gracias! Siempre las cosas que le pasan a una las siente tan de cerca la otra, no? Es esa conexión especial que une a las personas y más aún a nosotras.

Pablo, gracias a vos siempre por estar!

Dan, gracias!

Fede, me hacés reir... Acabo de chequear tu corrección pero sigo sosteniendo la misma versión. Lo busqué en internet y figura así.
"Obsesión casi asnal, para ser fuerte"
Voy a dejarme de joder e invertir en el libro. Me fijo ahí y cualquier cosa lo cambio, pero yo también lo recuerdo de este modo. Gracias igual por el detalle, y que loco, pasaron casi cien años de su creación y su obra sigue tan vigente!

Anónimo, gracias! Me reconfortan tus palabras. Un beso!

tia elsa dijo...

Muy linda la semblanza de tu abuelo, cuan importante fue en tu vida, que bueno morir y que te recuerden así, es como seguir vivo, gracias por tu visita, yo por mi parte seguiré pasando, saludos Tía Elsa

La Colo dijo...

Hermoso recuerdo!!!! Qué suerte los que tuvimos algun abuelo o abuela para recordarlos con tanto amor. Va mi homenaje para tu abuelo Wilson (un grande) y para mi abuelita Chichón que con sus dulces canciones gallegas y su olorcito a talco llenó de dulzura mi infancia y hoy llena mis recuerdos.
Saludos!! Y gracias por pasarte siempre.

Fulana dijo...

tu comentario inevitablemente, hizo venir a mi cabeza, los recuerdos con mis abuelos, yo tb iba a la casa de mis abuelos y me quedaba todo el fin de semana cuando era chica, y despues cuando creci iba por lo menos una vez a la semana a almorzar a la casa de ellos, pero sobre todo tenia una relacion particular con mi abuelo, realmente nos entendiamos y demas esta decir que era la nieta consentida... ahora ya no esta conmigo y lo extraño mucho, pero por lo menos tengo todos esos recuerdos de lo vivido con el que tan bien me hacen :)

Paola Florio dijo...

Gracias Tía Elsa, tu blog es un canto a la vida, me encantó así que lo voy a seguir leyendo.

Colo, es hermoso poder contar con estos recuerdos en el corazón. Ayer mientras se lo leía a mi hermanito (que cumplió diez años pero tenía seis cuando mi abuelo falleció) se puso a llorar y me mostró una foto de ellos dos juntos que puso en un portarretratos sobre su televisor.
Eso habla de una buena persona, que, como dice la Tía Elsa en su comentario, sigue viva gracias al recuerdo de sus seres queridos.

Lola, es así. Yo también lo extraño mucho y casi nunca hablo sobre el tema pero cuando recuerdo estas cosas me doy cuenta que está más cerca de lo que me imagino y que lo que él me dejó va mucho más allá de su presencia física.

Gracias chicas por pasar, me hicieron emocionar sus comentarios!

Esperando la carroza... dijo...

es hermoso recordar todo lo vivido con los abuelos, eso si, si con ellos te llevabas bien...
lo extraño a mi nono! jeje!!! siempre me raspaba con su barba recien nacida, o me corria alrededor de la mesa! jugabamos a vaciar una banana y dejarle el cuero, y ahi ver quien en verdad se habia comido la banana, por ahi la dejaba llena, para q parezca de verdad, pero a el siempre a pesar de q se la comia, la dejaba con el formato verdadero! jaja!
besito

Feminoides dijo...

Si, muchas veces los abuelos ocupan un lugar muy grande en nuestra vida y nuestro corazón. Mi abuela materna fue lo mas grande en este mundo!

Como te fue en el viaje capitana?

podrías sacer la verificación de palabras jajaja yo no se si es a mi pero me tocan todas las difíciles!!!

Paola Florio dijo...

Señorita que espera la carroza, es así... la sabiduría de los abuelos nos despiertan amor de chicos, quizás enojos de adolescentes pero quiera o no, deja huella. Gracias por compartir el recuerdo!

Feminoides, re tranqui el viaje, dormí un montón, fui al cine, a cenar y caminé bastante, aunque el frío y la lluvía se empecinaban en devolvernos al departamento que compartíamos con mi amiga. El viaje de vuelta fue revelador, pensé un montón y dejé mi tarea de "acompañante ceba mate" para mirar la ruta y pensar. Me hizo muy bien, aunque no haya visto un hombre ni a dos cuadras a la redonda! jajajaja
Besos!!!

Margot dijo...

capitana, me encantó lo que escribiste. entré primero por curiosidad, tu nick son los alfajores más deliciosos del mundo, y como soy de quilmes, pensé que tal vez eras de por estos lares. me quedo medio melancólica, acordándome del revuelto de papa con huevo, la tortilla, los pastelitos y las tortas fritas y mate dulce de mi abuela... qué maravilla, que amor. besos y me encantó tu blog!

Paola Florio dijo...

Margot: Gracias por todo lo que me decís... Y sí, soy de Quilmes aunque ahora la vida me haya traído por un tiempito al centro. A fin de mes vuelvo para los pagos a comer alfajores como loca!! También son mis preferidos...

Voy a darme una vueltita por el tuyo...

Anónimo dijo...

Me encanta este blog!!!!

Evangelina Bussolino dijo...

Hola!!!

Llegué a tu blog después de haber leído el de LG y todos los comentarios. Me estoy poniendo al día, para leerte diariamente, pero tuve que hacer un alto acá y dejar mi comentario.

Te juro que me hiciste llorar. Tal vez porque esas dos poesías siempre me identificaron, tal vez porque aún esté fresco el recuerdo de mi abuela, tal vez porque ella (al igual que tu abuelo Wilson) fue inmensamente importante para mí.

Yo tuve la suerte que me vio casarme y murió sabiendo que yo era feliz. No le pude dar un bisnieto, pero seguro en algún momento llegará.
Mi pasión lectora se la debo a ella (entre tantas otras cosas).

Me encanta el blog. Voy a terminar de leerlo...

yop! dijo...

es un poquito viejita la entrada! pero queria leer un poquito mas de tu blog y me hizo trajo nostalgia no tuve un abuelito tierno pero si un papa que hizo todo eso por mi y todo lo que soy ahora se que esta influenciado por la fuerza de el!.....
Me encanto este post! :)

Paola Florio dijo...

Gracias yop, porque por tu comentario volvì a leer este post que ya habia olvidado... Un beso!