Hace exactamente catorce años muchacho en cuestión me daba el primer beso de toda nuestra larga historia. Ya la hé contado allá por el mes de septiembre pero como el público se renueva y nadie tiene tanta paciencia como para leer un blog desde el principio, la recuerdo:
Yo por esos tiempos, moría de amor por él y en el club todos lo sabían. Aunque nunca fui fanática de las golosinas, iba a su local diez veces por día con cualquier excusa, todo servía para verlo: un caramelo, un chicle Bazooka o un Torpedo de frutilla. Hasta ese momento lo consideraba un amor platónico, creía que nunca se podía fijar en mí pero estaba equivocada. Mis amigas, que eran más optimistas, idearon un plan para que él confesara sus sentimientos y yo gane seguridad: a mis espaldas consiguieron un grabador, lo metieron adentro de una riñonera y fueron a comprar chocolates. Ahí mismo y de la nada, le preguntaron qué le parecía y el dijo: “Es muy linda Pao”. Listo, todo cocinado.
Los días que siguieron fueron de encuentros, besos clandestinos y muchas risas, hasta que se fue con sus amigos de vacaciones y a su vuelta mi miedo a que quisiera ir más allá me paralizó. La diferencia de edad estaba muy marcada y aunque había mucha química, lo mejor era dejar todo como estaba. “Quizás más adelante se puede dar”, coincidimos y nos despedimos con un abrazo.
A veces pienso cuántas lágrimas me hubiese ahorrado si ése enero me la jugaba y me animaba a vivir mi "pequeño" sentimiento con plenitud. O tal vez no, y hoy tengo que agradecer que cada uno haya hecho su camino por separado, que se haya enamorado, que se haya equivocado, que haya llorado, que haya crecido y que gracias a todo eso, hoy sepa qué quiere para su vida y bajo esas condiciones se elija todos los días. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo más valioso?
Qué las cosas hubiesen sido más fáciles para los dos no tengo dudas. Qué llevaríamos años acumulados de felicidad, tampoco. Pero es lo que nos tocó y hoy tenemos la chance de disfrutarlo, de hacer las cosas distintas para que sí funcione. El destino nos regaló una nueva oportunidad y por ahora la venimos aprovechando con una sonrisa.
Hoy con algunos cambios en su fachada pero con el recuerdo a flor de piel.
El kiosco de muchacho, hoy convertido en una ferretería...
(Hoy también me pueden encontrar como invitada en el blog de Paula Malvada)