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miércoles, 10 de julio de 2013

Sueño

La veo dormir y no lo puedo creer. Qué linda es. Ya hace seis meses que está con nosotros y todavía no caigo que tengo una hija. Es increíble, porque la tengo todo el día trepada encima, igual no me lo creo. La miro a ver si respira, si se mueve demasiado, si sueña, si rueda hasta el abismo de la cama. Cada segundo que pasa la veo más linda. Recuerdo la primera vez que vi su carita en una pantalla, cuando a los 6 meses y pico me hice una ecografía 4D. "¿Es eso?", le pregunté al flaco que manipulaba la cámara. "Sí, ¿te parece muy fea? Es hermosa". No se trataba de linda o fea, de hecho tenía razón, era hermosa. Me impresionaba lo parecida a mi que la veía. Ese día caí que algo con rostro, ojos, nariz, pera, boca, habitaba en mi cuerpo. Qué locura, encima la reconocía, se parecía a mi. La miro otra vez, sigue durmiendo, suspira, sonríe, está soñando. Vuelvo en el tiempo y recuerdo esa mañana del 15 de enero cuando después de una noche entera en la que se movió poco, decidimos consultar en la guardia. Tres horas después estaba adentro de un quirófano, muerta de miedo, sin entender demasiado, esperando escuchar un llanto que confirme que todo estaba bien. ¡Cómo pasó el tiempo! Mientras ella sigue durmiendo, pienso en la primera vez que le vi la cara ahora ya sí, en vivo. Hacía dos horas que había terminado la cesárea, aún no sentía las piernas, me dolía todo y me deseaba la muerte en el acto. Tocaba sin parar el timbre que dejaron al lado de mi cama, al pitido número 19 me contestan.

Enfermera:
¡Hola! ¿Qué necesitan?

Capitana:
Una enfermera urgente.

Enfermera:
Para usted o para el bebé.

Capitana:
Para mi, ¡MEDICACIÓN YA O UNA ESCOPETA RECORTADA!

Enfermera:
Ya le están llevando al bebé, señora.

No, el bebé no. Necesito una palangana de calmantes. Resulta que durante la operación me había brotado por completo. Soy alérgica, nadie lo sabia. Por ende, me bajaron todas las medicaciones hasta saber qué provocó las ronchas. ¡No me interesa averiguar nada, quiero dejar de sufrir! En ese contexto de locura suicida, me traen al paquetito de 3.800 kg que acababa de salir de mi cuerpo. "Ponela en la teta, los primeros momentos son fundamentales", me aconseja la partera. ¿Qué teta, a quién? Recapacité, en el curso de preparto me hice fan de la lactancia así que dejé mis dolores de lado y me embarqué en la difícil tarea de manipular un pezón y ponerlo dentro de la boca de un bebé. ¡Mágicamente, todo funciona! Ella es especial, todo lo hace fácil... pero aún no lo sabía. La miro asombrada, no parecía la nena de la eco. Tenía la cara arrugada y tenía pelo de escoba, negro azabache. Pensé en lo que iba a sufrir cuando fuera grande, ¡pobre, es fea! llegué a decir para el horror de los visitantes. Pero era obvio, nada me podía parecer lindo si llevaba días sin dormir y deseaba que pasara la parca. Necesitaba horas de sueño, medicación, ¡comida! y un psicólogo pero en su lugar, no paraba de recibir gente que quería conocer a la pequeña y ver mi cara monstruosa. "¡Sos madre, boluda, no lo puedo creer", repetían mis amigos. Yo tampoco lo puedo creer, se los aseguro. Parece que nadie me tenía fe, yo tampoco. Es que nunca tuve el deseo firme de ser madre. Ya pasaron seis meses y nos bancamos a muerte: si hay que salir, salimos; si me pinta dormir la siesta, la gorda se copa y clava tres horas; si necesito trasnochar, ella me hace el aguante. No llora nunca, es buena, duerme desde la primera semana de vida toda la noche y tiene una paz envidiable. Eso claramente lo sacó de su papá. A veces la miramos embobados, nos reímos de sus cambios, de sus logros y sus caras. ¡Es tan expresiva! Llegó para completarnos, para llenar aún más la casa de amor. Recuerdo su segundo día de vida, cuando los dolores bajaron un poco y la pude observar mejor. Ya la vi hermosa, me enamoré al instante, sentí que jamás querría alejarme de ella. ¿Cómo era mi vida antes? La miro dormir, sonríe, la sigo mirando. No podría aburrirme nunca. ¿Cómo una bolita de 8 kilos puede generarte tanto amor? 




#Loviu #Pimpi

martes, 28 de mayo de 2013

Un 28 de mayo...

Lunes 28 de mayo de 2012


- 14:00 horas

Hace exactamente un año, a esta hora, estaba sentada en la misma oficina que estoy sentada ahora. Me sentía pésimo, me dolía el estómago, me quedaba dormida sobre el teclado y hasta le dije a Cynthia, mi compañera: "Ya fue, me duermo, si me quieren echar que lo hagan. No puedo mantenerme despierta". Recuerdo que llamé a mi mamá y le pedí que me acompañara al médico cuando volviera de trabajar. Lo que pasó horas después, cambiaría mi vida para siempre, pero aún no tenía idea de que eso podía llegar a sucederme.

- 19:00 horas

Apenas llegué de trabajar, luego de dormirme en todo el viaje de vuelta a casa, mi madre me esperaba en su auto para llevarme a la clínica. Guardia, orden para estudios de laboratorio, pinchazo,  preguntas de rigor: 

Doctor:
¿Tenés un atraso?

Capitana:
No

Doctor:
¿Podés llegar a estar embarazada?

Capitana:

No, imposible. Bah, creo. No sé.

A esperar el resultado de los estudios...

21: 30 horas

La espera es in-so-por-ta-ble. ¿Cómo un estudio de rutina, veloz, cuyos resultados están en una hora se demoran dos? Los peores escenarios pasan por mi cabeza: ya fue, tengo una enfermedad terminal y están evaluando cómo me la van a informar. Ya veo que me hacen pasar a una oficina blanca, limpia, con sillones amplios y café recién hecho. Un médico, con toda la delicadeza que su profesión le permite, me da la noticia despacio, con calma. Nooo, no quiero pensar más, a buscar el único hueco con señal de la clínica y a chatear con quien esté disponible a esa hora. Vuelve mi madre, que se había ido por unos minutos. Llega Muchacho de trabajar, que no me quiso esperar en casa y se vino directo a la clínica, suponiendo algo que yo claramente no suponía.

21:45 horas

Gritan mi apellido y corro a buscar mis estudios. Los empiezo a mirar, nada me gusta más que inspeccionar si los valores dan dentro de los márgenes previstos para mi categoría. Hasta me aburro si dan exactos, una locura lo sé, pero me pasa eso. Golpeo la puerta del médico que me atendió. Ahora hay una doctora en su lugar, cambió la guardia. Mientras aguardaba que me atendiera, seguía mirando los estudios, en ambas páginas había aparecido una tercera columna extra. Nunca la había visto en mi vida. Mi madre sonreía nerviosa; mi novio se moría de risa: ¡estás embarazada, olvidate! ¿De qué se ríen? ¿Para qué vinieron? Mi negación seguía intacta.

21:50 horas

La doctora por fin nos recibe. Hace entrar a todos pese a mi negativa. Mira los estudios y pregunta: ¿por qué viniste?... Porque no me siento bien. Automáticamente, se da la siguiente conversación entre todos los presentes:

Doctora:
Te sentís mal porque estás embarazadísima.

Capitana:
No puede ser.

Doctora:
Pero es una buena noticia, ¿o no?

Madre:
(Ya llorando) 
¡Claro que sí!

Muchacho:
(Abrazándome, con una sonrisa)
Y bueno mi amor, a ponerle el pecho.

Capitana:
(Negando con la cabeza, llorando a mares, con una sensación de incendio en el pecho)
......

Doctora:
Ahora te vas a hablar con la ginecóloga y te hacés una ecografía.

Capitana:
.....

Doctora:
¡Felicitaciones!

Capitana:
......


22:00

La ginecologa nos advierte que es muy probable que no se vea demasiado y mucho menos que se escuchen sus látidos. El BEBE, es muy chiquito. ¿Qué bebé? ¿De qué me están hablando? En fin, estamos hablando de una gestación de 6 semanas. ¡Estás embarazada hasta el cogote!, repite la ginecóloga de guardia. Yo sigo sin caer. 


22:30

Mientras esperamos para hacernos la ecografía, la noticia ya corre en la familia. Mi hermana no me cree (soy de hacer este tipo de bromas todo el tiempo); mi papá dice que ya lo imaginaba (?); mi hermanito festeja que va a tener otro sobrino y desea que sea un varón, para poder enseñarle a jugar al básquet; mi madre sigue llorando; Muchacho sigue sonriendo y yo sigo negando. Hasta que nos hacen pasar...


Ecografista:
¿Ustedes son los padres?

Capitana:
(¿De quién?)
.....

Muchacho:
Sí, somos nosotros.

Ecografista:
¿Ven eso que se mueve, esto que está coloreado? ¡Es su bebé!

Capitana:
.....

Ecografista:
¿Escuchan eso que late? Es su corazoncito.


Listo, llanto generalizado. Es un hecho: ¡vamos a tener un bebé! Durante meses lo llamamos arándano; luego fue bebito (mi nulo instinto materno repetía que era un  varón); hasta que a los cuatro meses, nos dijeron que era una nena y decidimos ponerle Violeta. Ya no había vuelta atrás, los dos juntos, luego de tantos años de amarnos y divertirnos a solas, ahora íbamos a tener una familia.

Ella es Violeta:








Lo que viene en Capitana del espacio: la Abuela Kico recibe la noticia.

lunes, 6 de mayo de 2013

Otra vez en casa...

Hace seis años abrí este blog con un sólo fin: evitar volver locos a mis amigos con mis penas. Acababa de quedarme sin novio, sin trabajo y en breve, volvería a la casa de mi madre con el rabo entre las piernas. En ese entonces, este sitio era anónimo, tenía muchos seguidores que se sentían identificados y "conversábamos" en los comentarios. Armé encuestas; concursos; gané un premio por el voto de los lectores; me enamoré; me mudé con Muchacho; hice amigos virtuales que se convirtieron en amigos reales; conseguí trabajo; abrí otro blog que desembocó en un libro; fui invitada a programas de televisión; me hicieron entrevistas gráficas y radiales, y hace poco, me presenté en la Feria del Libro, un sueño que tenía desde chiquita.

Pero misteriosamente y pese a todas las alegrías que me dio Capitana, hace dos años dejé de escribir. Que el blog haya dejado de ser anónimo me condicionó y perdió su encanto. En todo este tiempo, mientras me entretuve en Facebook, algo cambió. Lo reflejo en imágenes...


Asomando #Bebito



¡Estalló!



Con la abuela Kico...



Ya falta menos...




Chicos, ¡no doy más! #Trabajando




Music ;)


Así se presentaba: Es ¡Violeta!






¡Ya llega!



Unas horas antes #LaÚltimaFoto




En fin, vuelvo porque otra vez necesito estar en casa. Y sobre todo, hacer catársis sin volver loco a nadie ni enloquecer yo misma. Veremos qué pasa en esta nueva etapa, en esta nueva vida.